En una de sus ya habituales apariciones fuera de la función pública, Barack Obama aprovechó para comprar los obsequios de Navidad. Primero fue a una veterinaria con Bo, la mascota que adoptó la familia cuando resultó electo para la Presidencia.
El perro recibió dos presentes de la tienda Pet Smart en Potomac Yards, en los alrededores de Washington: un hueso largo y un "paquete sorpresa", que costó 41 dólares.
"No te entusiasmes demasiado", le dijo Obama al can, que mostró mayor interés en una poodle marrón -coincidieron en la veterinaria- que por los regalos.
Al abandonar el local, Obama se dirigió a un negocio de productos electrónicos, Best Buy, donde compró el videojuego Just Dance 3 para sus hijas, Malia y Sasha, de 13 y 10 años respectivamente.
"Ellas siempre me ganan en estos juegos, por eso no esperen verme compitiendo con ellas. Bailando, soy el peor de todos", bromeó el mandatario de los Estados Unidos, que también adquirió dos tarjetas de regalo por 50 dólares.
Con regalos sencillos, pero bien pensandos, Obama gastó en total unos austeros 194 dólares, sin contar las tres pizzas de Del Rey Pizzería que se llevó en el auto, durante el camino de regreso a la Casa Blanca.
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