Una serie de explosiones causó estragos el lunes por la mañana en más de una docena de ciudades iraquíes, dejando 56 muertos, la mayoría de ellos en la ciudad de Kut, al sureste de Bagdad, en una ola de violencia que perturbó la relativa calma que había predominado en el sagrado mes del Ramadán.
La violencia sacudió a la capital iraquí y a las ciudades de Kirkuk y Tikrit, por el norte, y a Najaf, Kut y Karbala por el sur, poniendo de manifiesto la capacidad de los insurgentes de provocar caos en momentos en que los líderes políticos sopesan si podrán proteger al país sin la asistencia de las tropas estadounidenses.
Las explosiones estaban coordinadas a estallar por la mañana e incluyeron una combinación de coches bomba estacionados, bombas colocadas en caminos y ataques suicidas.
El alcance de la violencia alcanzó, con siete explosiones en varios pueblos sólo en la provincia de Diyala, enfatizó la peligrosa habilidad de los insurgentes de coordinar y lanzar ataques pese a las reiteradas redadas de las fuerzas iraquíes y estadounidenses.
La peor violencia ocurrió en Kut, 160 kilómetros al sureste de Bagdad, donde dos explosiones ocurrieron en momentos en que obreros de construcción se habían congregado en un mercado que vendía generadores y otros productos.

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