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De dónde salió la flota de 1000 Volvos que Corea del Norte le robó a Suecia sin pagar un solo céntimo

Muchas de las historias sobre Corea del Norte tienden a parecer surrealistas. Esta es probablemente una de esas historias. La deuda comercial más importante que tienen con el mundo occidental es extraña incluso para los estándares de Pyongyang. Resulta que Kim Il-sung estafó a Suecia. Con 1.000 Volvos.
El relato comenzó varias décadas atrás, cuando el sedán Volvo 144 (coches robustos y fabricados hasta 1974) todavía estaba en producción y las empresas suecas comenzaron a expandirse a un nuevo y prometedor mercado: Corea del Norte.
A mediados de la década de 1970, las empresas exportadoras firmaron grandes contratos comerciales y enviaron toneladas de equipos industriales fabricados en Suecia a Corea del Norte, incluida maquinaria de minería pesada y una flota de nada menos que 1.000 Volvo.
¿Por qué? Desde el punto de vista de los exportadores, había mucho dinero que repartir en la economía emergente de Corea del Norte. Lo cierto es que de cara al exterior, a los norcoreanos de aquellas fechas no les iba nada mal. Después de la Guerra de Corea su economía se reconstruyó, se convirtió en un estado industrial en funcionamiento, todavía muy dependiente de la ayuda, pero no parecía una mala apuesta dadas las circunstancias.Así fue como Suecia envió más de 70 millones de dólares en productos. De hecho, se había invertido tanto en Corea del Norte que las empresas exportadoras suecas alentaron al Ministerio de Relaciones Exteriores de Suecia a enviar allí un diplomático. Y así fue. En 1975, Suecia se convirtió en el primer país occidental en establecer una embajada en Pyongyang.
El hombre a cargo fue el diplomático Erik Cornell, quién se unió al ministerio en 1958. Pocos meses después de que llegara a Corea del Norte comenzó el “reinado” de Kim Il Sung.
Cornell fue el encargado de los negocios de la embajada hasta 1977. Eso sí, como ha recordado en numeroso medios posteriormente, la capital era muy poca cosa y estaba medio vacía. “No se podía ir a un café o a un restaurante porque no había. 
A veces, lo único que podía hacer era salir a dar pequeños paseos en mi Volvo. 

Esas eran las condiciones de la vida”.
En realidad, a Cornell se le asignó la tarea de dar sentido a la situación económica de Corea del Norte y, como descubrió rápidamente, los números no iban a ayudar.

Poco después de que abriera la embajada en Pyongyang, el comercio del país con Occidente se detuvo de un frenazo.
¿La razón? Corea del Norte no estaba pagando los bienes que importaba.

Iban pasando los plazos de pago mientras aumentaban las deudas y los pagos de intereses, y en poco tiempo quedó claro que Corea del Norte no iba a poder pagar todas sus inversiones.
Decía el propio Cornell en unas memorias que publicó hace unos años, que el problema de Pyongyang fue haber sobreestimado sus capacidades industriales. El país estaba convencido de que estaba alcanzando a las naciones industrializadas desarrolladas. Sin embargo, en opinión de Cornell, Corea del Norte no sabía cómo hacer negocios fuera del bloque comunista. Su economía tenía demasiados problemas. 
Como resultado de ello, más de cuatro décadas después el gobierno aún no ha pagado por esos 1.000 Volvos. De hecho, y según la Agencia Sueca de Crédito a la Exportación, la misma que aseguró los pagos, la deuda de Corea del Norte con Suecia ha crecido a lo largo de los años hasta alcanzar los más de 300 millones de dólares.
El escenario es tan surrealista que Suecia todavía envía recordatorios semestrales a Pyongyang, aunque Corea del Norte nunca ha confirmado oficialmente tal acuerdo.

¿Y qué ha pasado con la increíble flota?

Gracias a un gran número de filmes y documentales se sabe la flota de Volvos verdes sigue siendo una característica muy destacada del paisaje urbano de Pyongyang, por lo demás, un tanto monótona. Muchos de ellos acabaron convirtiéndose en taxis, y lo cierto es que se ven geniales. [Wikipedia, Newsweek, The Drive]

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