

La temperatura durante su funcionamiento debe estar entre los 500 y 900 ºC, y si no es así, no se quemará bien la mezcla y el hollín puede obstruir la bujía e impedir que salte la chispa. Pero si se calienta demasiado, puede provocar una autoignición antes de que se genere la chispa y fundir los elementos de la bujía o dañar los cilindros.
En el caso de que sea necesario cambiar las bujías, para lo que el coche presentará ciertos síntomas, hay que reemplazar todas, aunque solo esté defectuosa una, para que no se produzca un desequilibrio en el encendido. Entre los síntomas destacan los ruidos extraños por la fuerza de los pistones y que la combustión no funcione de forma adecuada. Si la bujía se dispara en el momento equivocado, puede además provocar ruidos de traqueteo o vibraciones raras.
A esto hay que añadir un arranque difícil del vehículo, peor rendimiento del motor y mayor gasto de combustible porque una parte de la mezcla aire/combustible no sea quemada de manera apropiada.

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