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¿Qué pasa si Trump se niega a abandonar la Casa Blanca?


Donald Trump
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Donald Trump no logró la reelección como presidente de Estados Unidos.

En 244 años de historia de Estados Unidos, nunca ha habido un presidente que se rehúse a abandonar la Casa Blanca después de haber perdido una elección.

La transferencia ordenada, legal y pacífica del poder es uno de los sellos definitorios de la democracia estadounidense.

    Por eso, el anuncio del presidente Donald Trump de negarse a aceptar su derrota ante Joe Biden, genera una situación tan nueva como desconcertante en la vida del país.

    Y presenta para los analistas el reto de considerar escenarios antes impensables.

    "Lejos de haber terminado"

    Trump jugaba golf a las afueras de Washington cuando se confirmó el triunfo electoral de Biden este 7 de noviembre.

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    Poco después, la campaña del candidato derrotado emitió un comunicado asegurando que la "elección está lejos de haber terminado".

    Donald Trump jugando al golf.
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    Trump estaba jugando al golf cuando se conoció la victoria de Joe Biden.

    "Todos sabemos por qué Joe Biden se está apresurando a presentarse falsamente como el ganador, y por qué sus aliados de los medios se están esforzando en intentar ayudarle: no quieren que se sepa la verdad", señala el comunicado, en donde además indica que Trump seguiría oponiéndose mediante demandas judiciales al resultado anunciado, alegando la existencia de supuestos fraudes.

    La constitución estadounidense es clara, más allá de cualquier duda, en establecer que el actual período presidencial termina "al mediodía del día 20 de enero".

    Joe Biden ha conseguido ganar en una cantidad de estados que le aseguran más de 270 votos en el Colegio Electoral. Por lo que tiene el derecho a ocupar la presidencia por los siguientes cuatro años.

      Donald Trump tiene recursos legales y legítimos que todavía puede emplear para disputar el resultado de la votación.

      Pero a no ser que ocurra de aquí a allá un giro dramático en las cortes y que pueda probar en los juzgados la existencia de las irregularidades en la elección que él reclama, todavía sin presentar evidencia, el 20 de enero es la fecha en que el actual presidente debe abandonar el poder.

      Trump con su equipo en la oficina oval de la Casa Blanca.
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      ¿Qué pasa si Trump se niega a abandonar la Casa Blanca?

      Posición anunciada

      Trump fue claro a lo largo de la actual campaña en advertir que no aceptaría una derrota.

      Dijo en repetidas ocasiones que estaba decidido a seguir al mando, sin importar lo que dijeran las autoridades electorales, indicando que la única posibilidad de que perdiera era si le robaban las elecciones.

      Por lo que el país empezó a discutir qué pasaría en el caso de que Trump cumpliera su amenaza e intentara aferrarse al poder a la fuerza.

      Resultados en vivo de las elecciones de EE.UU. Haz clic aquí

      Una hipótesis incluso comentada por el propio Joe Biden cuando era candidato.

      En una entrevista televisada el pasado 11 de junio, el humorista Trevor Noah le preguntó a Biden si había pensado en la posibilidad de que un Trump perdedor se negara a desocupar la residencia presidencial.

      "Sí, lo he pensado", respondió Biden, agregando que estaba convencido de que en una situación semejante, las fuerzas militares se encargarían de impedir que se quedase en el cargo y lo desalojarían sin más de la Casa Blanca.

        También se ha dicho que podría ser el Servicio Secreto el que podría cumplir la eventual tarea de escoltar a Trump fuera de la residencia presidencial.

        Ese cuerpo civil, encargado de la seguridad del mandatario, tiene por ley también la obligación de proteger a todos los ex presidentes, y seguirá escoltando al ya expresidente a partir del 20 de enero.

        Donald Trump con un miembro del Servicio Secreto en la Casa Blanca
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        El Servicio Secreto es el que podría cumplir la eventual tarea de escoltar a Trump fuera de la residencia presidencial.

        Desde que se hizo evidente la ventaja electoral de Biden y parecía inminente el anuncio de su victoria, el Servicio Secreto extremó las medidas de protección sobre el presidente-electo, empezando a darle efectivamente un nivel de seguridad "presidencial", pese a que Trump insistía en que el demócrata había sido derrotado.

        ¿El escenario impensable?

        Pero en ese punto habría que entrar a evaluar la lealtad a este presidente de las fuerzas de seguridad, tal como lo hacen los analistas que buscan entender la situación de cualquier país en un momento de inestabilidad institucional.

        BBC Mundo le preguntó a expertos si era factible que Trump intentase utilizar a las fuerzas de seguridad del estado para quedarse ilegalmente en el poder.

        "Que un presidente llegara a abusar de los poderes de la presidencia para quedarse en el cargo después de aparentemente perder la elección, sería duro y destruiría normas vitales. Pero no es inconcebible", le dice a BBC Mundo el profesor Dakota Rudesill, experto en legislación y política de seguridad nacional, afiliado a la Universidad Ohio State en Estados Unidos.

        "Causaría un gran daño al país, a principios importantes de las relaciones entre civiles y militares, y a los prospectos globales para la democracia", advierte.

          Sin embargo, aclara que, en su opinión, el escenario en que Trump pudiera aferrarse a la presidencia apoyado en las fuerzas de seguridad es difícil de realizarse.

          "El personal militar jura lealtad a la Constitución, no al político que actualmente ocupe la presidencia. Y el que es en este momento el militar de mayor rango en el país, el General Mark Milley, Jefe del Estado Mayor Conjunto, ha dicho repetidamente que los militares no tendrán rol alguno en esta elección".

          Gráfico de quién podría involucrarse si se impugnan los resultados

          Rudesill no es el único que se hace estas preguntas. Keisha Blaine es catedrática de la Universidad de Pittsburgh y experta en el estudio de movimientos de protesta social.

          "El solo hecho que tengamos que preguntarnos si las fuerzas armadas intervendrán en la elección revela mucho acerca del triste estado de las cosas en nuestro país", le dice a BBC Mundo.

          Agrega Blaine que "hace cuatro años la mayoría de los estadounidenses no se preguntaban esto. Pero después de haber visto a Trump desplegar agentes federales [durante los recientes disturbios] en Portland y Washington en los últimos meses, es una preocupación seria. No creo que esto sea un escenario probable, pero no podemos descartarlo como una posibilidad seria, teniendo en cuenta todo lo que pasó este año".

          Efectivamente, durante las protestas sociales que surgieron con el movimiento anti-racismo de mediados de año, Trump consideró movilizar a las fuerzas armadas para disolver las manifestaciones.

            El pasado 5 de junio, el diario New York Times aseguraba que el general Milley "convenció a Trump de no invocar la Ley de Insurrección de 1807 para movilizar tropas regulares en todo el país para reprimir las protestas, una línea que varios oficiales del ejército estadounidense han dicho que no cruzarán, ni siquiera si el presidente se los ordena".

            Al final, ante la negativa del ejército regular a verse involucrado, Trump ordenó para contener las protestas el uso de efectivos de la Guardia Nacional, que dependen de los gobernadores de cada estado.

            Trump con Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto
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            El 1 de junio, Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, acompañó a Trump a tomarse una foto con una biblia a metros de la Casa Blanca y en medio de las protestas por la muerte de George Floyd. A los días, Milley se arrepintió.

            También estuvieron involucrados en la contención de las protestas en Washington, Portland y otras ciudades, miembros de las fuerzas de seguridad no militares que dependen del Ministerio de Seguridad Interior (Homeland Security).

            Por lo que algunos contemplan que en una crisis surgida a raíz de las elecciones, Trump potencialmente tendría acceso a ordenar el despliegue de cierto número de personal armado no militar.

            Sin embargo, asumiendo que las fuerzas armadas no se pondrían a disposición de la supervivencia política del presidente, es difícil imaginar una maniobra exitosa de Trump para quedarse en el poder en esas condiciones.

            ¿Violencia en la espera?

            Rudesill dice que le produce preocupación escenarios relacionados.

            "He escrito acerca de la posibilidad de que el presidente Trump intente usar un decreto ejecutivo, o que el Departamento de Justicia controlado por sus aliados políticos intente emitir una 'directriz', indicando que la Rama Ejecutiva debe considerar a Trump como el ganador de una elección disputada", el experto le dice a BBC Mundo, pero advierte que eso sería "totalmente inapropiado e impermisible".

            "Ordenar al ejército continuar rindiendo saludo al presidente mas allá del final de su período al mediodía del 20 de enero pondría a los militares en una situación imposible", señala.

            Un seguidor de Trump armado en Minesota este 7 de noviembre.
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            Los analistas dicen que una situación en la que el candidato perdedor de la elección presidencial se niega a aceptar el resultado puede llevar a "la posibilidad de desorden civil serio".

            "La mitad del país y mucha gente alrededor del mundo pensaría que las fuerzas armadas apolíticas estadounidenses habían tomado una posición partidista. Los militares nunca, nunca deben recibir esa orden", puntualiza Rudesill.

            Y sin llegar al caso extremo de una situación en la que se ponga en juego la autonomía de las fuerzas armadas ante las disputas partidistas, otros advierten que una extensión de la actual coyuntura política puede generar violencia en otros campos.

            Una situación en la que el candidato perdedor de la elección presidencial se niega a aceptar el resultado ciertamente lleva a "la posibilidad de desorden civil serio", le dice a BBC Mundo Keisha Blaine.

            La retórica presidencial "ha incrementado la posibilidad de protestas e incluso de violencia", argumenta.

            La situación presenciada en distintas ciudades estadounidenses en los últimos meses, de manifestantes armados hasta los dientes expresando su apoyo por el presidente, así como la aparición en las calles de esas mismas urbes de grupos radicales de oposición, son un recordatorio del potencial de violencia que conlleva la actual tensión política en Estados Unidos.

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            Trump regresó a la Casa Blanca en la tarde de este sábado.

            Donald Trump no reconoce la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

            Al poco de conocerse las proyecciones de que el candidato demócrata había superado el umbral de 270 delegados en el Colegio Electoral que le permitirían ser proclamado presidente, la campaña de Trump emitió un comunicado en el que de nuevo denuncia sin pruebas irregularidades en el recuento y asegura que la "elección está lejos de haber terminado".

            "Todos sabemos por qué Joe Biden se está apresurando a presentarse falsamente como el ganador, y por qué sus aliados de los medios se están esforzando en intentar ayudarle: no quieren que se sepa la verdad", señala el comunicado.

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            Fin del contenido de Twitter, 1

            El comunicado del presidente, que, según los medios estadounidenses, recibió la noticia del triunfo de Biden mientras jugaba al golf en una de sus propiedades en Virginia, antes de regresar a la Casa Blanca, continúa: "El simple hecho es que esta elección está lejos de haber terminado".

            Más tarde, Trump publicó varios mensajes en Twitter en los que insistió que ganó la elección y que no dejaron a los observadores hacer su trabajo.

            "Los observadores no fueron permitidos en las salas de conteo. Gané las elecciones. Yo obtuve 71.000.000 de votos legales", escribió Trump en la tarde del sábado.

            "¡Millones de boletas por correo se enviaron a personas que nunca las pidieron", añadió.

              Es cierto que las autoridades electorales no han certificado todavía el escrutinio y la victoria de Biden se basa en proyecciones de los medios de comunicación.

              Poco después de conocerse los resultados de la elección, Trump fue visto jugando golf en Sterling (Virginia).
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              Poco después de conocerse los resultados de la elección, Trump fue visto jugando golf en Sterling (Virginia).

              Cabe subrayar que eso es algo normal después de una elección. Las proyecciones de los medios se basan en el análisis de los votos que ya han sido contados.

              En ese sentido, el senador Josh Hawley, republicano por Misuri, escribió en Twitter que "los medios no son los que determinan quien ganó las elecciones".

              "Cuando todos los votos legales hayan sido contados, terminen los recuentos y se hayan resuelto las alegaciones de fraude, sabremos quién ganó", agregó.

              En este contexto, activistas pro-Trump empezaron a congregarse en distintas capitales frente a las sedes de los Congresos estatales para denunciar lo que consideran un robo electoral.

              Manifestación pro Trump en Arizona
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              Grupos de manifestantes pro-Trump comenzaron a congregarse ante las sedes de los Congresos estatales de varias ciudades.

              Estas protestas forman para de la campaña Stop the Steal("Paren el robo"), organizafa por defensores del presidente y retirada por Facebook de su página por propagar desinformación y mensajes que incitan a la violencia.

              Trump asegura que desde el lunes continuará con las acciones legales que ya ha emprendido para "asegurar que las leyes electorales se respetan plenamente y se reconoce al legítimo ganador".

              El presidente insiste sin presentar pruebas en que la campaña de Biden "quiere que se cuenten votos incluso si son fraudulentos, fabricados o depositados por votantes muertos o sin derecho".

              Papeletas en una mesa.
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              Trump no ha presentado pruebas de sus denuncias de irregularidades en el voto postal.

              Desde antes incluso de la elección, Trump denunció supuestas irregularidades en el voto por correo, que ha alcanzado niveles inéditos por la pandemia de coronavirus, ya que muchos electores prefirieron evitar las aglomeraciones en los colegios en la jornada electoral.

              Como las normas para el recuento varían en cada estado, en algunos de ellos, como en Pensilvania, no se pudo empezar a contar los votos enviados por correo días antes hasta que no cerraron las urnas presenciales el 3 de noviembre.

              Seguidores de Biden.
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              Los seguidores de Biden ya celebran en muchos lugares del país su triunfo en las elecciones.

              Esto ha motivado un retraso en el escrutinio que ha hecho que se tardaran cuatro días en poder proyectarse el del ganador, tiempo durante el que Trump ha pedido que se detenga el recuento y acusado a los demócratas sin pruebas de estar alterando el resultado de la votación.

              Observadores y autoridades electorales han dicho repetidas veces que no han detectado irregularidades significativas durante el proceso.

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              Donald Trump ha sido derrotado en su intento de reelección de acuerdo a las proyecciones de la BBC.

              Como presidente de Estados Unidos, Donald Trump podrá ser recordado por varios motivos, y uno de ellos será el que se haya convertido en el primer ocupante de ese cargo en perder la reelección en el siglo XXI (o en los últimos 28 años).

              De hecho, el triunfo electoral del candidato demócrata Joe Biden coloca a Trump en una corta lista de apenas una decena de mandatarios de EE.UU. que a lo largo de la historia buscaron ser reelectos y fracasaron.

                Ningún otro inquilino de la Casa Blanca había fallado en su intento de obtener un segundo mandato presidencial desde la derrota del también republicano George H. W. Bush frente Bill Clinton en 1992.

                La situación actual de Trump contrasta no sólo con su sorprendente triunfo electoral en 2016, sino con las perspectivas que tenía a comienzos de año.

                En la primera semana de febrero, Trump parecía más invencible que nunca al sortear un juicio político en el Congreso y ver sus índices de aprobación en alza, con la menor tasa de desempleo de EE.UU. en medio siglo.

                Final de Quizás también te interese

                "¿Qué derrotará finalmente a Donald Trump?", preguntaba en aquel momento el diario The New York Times en el título de un editorial.

                Nueve meses después la BBC proyecta que Biden ha superado la mayoría de 270 votos en el Colegio Electoral, lo que significa que será nombrado presidente de EE.UU. en enero, pendiente del resultado de cualquier desafío legal.

                Joe Biden
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                Biden es el nuevo presidente electo de EE.UU.

                Varios motivos explican la caída de Trump. Aquí analizamos tres de ellos:

                1. Liderazgo incierto en tiempos de crisis

                Mientras Trump lucía inexpugnable en febrero, un nuevo coronavirus avanzaba silenciosamente en EE.UU. para cambiar radicalmente el escenario económico, político y electoral del país.

                Claro que Trump difícilmente pueda ser culpado por la llegada a EE.UU. de un virus que se expandió por todo el mundo.

                Pero el presidente sí fue acusado de eludir el papel de líder durante la crisis sanitaria y actuar de forma errática o caótica..

                En vez de advertir sobre la gravedad de la amenaza, Trump buscó una y otra vez minimizarla, contradijo a expertos y sugirió soluciones sin base científica.

                Deborah Birx y Donald Trump
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                Trump realizó improvisados comentarios sobre el coronavirus sin seguir la opinión de expertos de su propio gobierno como la doctora Deborah Birx.

                El presidente mantuvo esa actitud aún después que EE.UU. se volviera el país con más muertos e infectados por covid-19 y que él mismo contrajera el virus, lo que llevó a hospitalizarlo unos días en octubre, en plena campaña.

                Las criticas a su liderazgo fueron más allá de la pandemia.

                Algunos republicanos y figuras religiosas cuestionaron su respuesta agresiva y divisiva ante la histórica ola de protestas por justicia racial que surgió tras la muerte del afroestadounidense George Floyd bajo custodia policial en mayo.

                El presidente reclamó mano dura frente a esas protestas y buscó deslegitimarlas, catalogándolas de radicales y evitando abordar sus causas o tender puentes con los manifestantes.

                La estrategia del presidente este año pareció ser actuar como opositor y pasarle a los gobernadores estatales o alcaldes la responsabilidad de responder al coronavirus y las protestas contra el racismo.

                "En lugar de lidiar con los desafíos de 2020, Donald Trump volvió a su manual de retador de 2016 y pensó que podía eludir los problemas que enfrenta el país. Por supuesto que eso no funcionó", dice Allan Lichtman, un historiador experto en elecciones en EE.UU., a BBC Mundo.

                Trump con una biblia en la mano
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                Trump posó en junio frente a una iglesia dañada poco después de que la policía dispersara a la fuerza a los manifestantes cerca de la Casa Blanca.

                Algunas encuestas previas a la elección mostraron que los votantes preferían a Biden antes que a Trump para liderar la respuesta a la pandemia, mantener la ley y el orden, o unificar la nación.

                Y encuestas a boca de urna el martes mostraron que el control del coronavirus es una prioridad de la mayoría de quienes decidieron votar por Biden.

                2. El desplome de la economía

                Lichtman había anticipado la derrota de Trump en base a un modelo de predicción de elecciones presidenciales que él mismo creó y que le funciona sin errores en EE.UU. desde que Ronald Reagan fuera reelecto en 1984.

                El modelo consta de 13 variables que contemplan distintos aspectos del panorama electoral, más allá de las encuestas: si seis o más de esas "llaves" se cierran contra el presidente o el partido que ejerce el gobierno, éstos pierden.

                Trump apenas tenía cuatro llaves en su contra a fines de 2019.

                Pero, tras la llegada de la pandemia, otras tres llaves giraron contra Trump para anticipar su derrota. Y dos de ellas tenían que ver con la situación económica a corto y largo plazo.

                Una oficina de desempleo en EE.UU.
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                La crisis de coronavirus causó la pérdida de millones de empleos en EE.UU.

                De hecho, el cierre de actividades para evitar la propagación del virus provocó una profunda recesión este año en EE.UU., con pérdidas de millones de empleos.

                Y, aunque en el tercer trimestre del año hubo una recuperación importante de la actividad, la economía aún era 3,5% menor que a fines de 2019.

                Durante la campaña, los demócratas también buscaron atacar ese flanco al insistir en que Trump sería el primer presidente desde Herbert Hoover (1929-1933) en dejar el cargo con menos empleos en la economía que cuando asumió.

                Ese saldo es difícil de medir con exactitud, según expertos, pero lo cierto es que la salud de la economía es un factor clave para definir las elecciones en EE.UU. y esta vez la recesión jugó contra Trump.

                3. La antipatía hacia Trump

                La tercera llave del modelo de Lichtman que giró contra Trump este año está relacionada con el malestar social que se expresó tras la muerte de Floyd.

                Más allá de las críticas que recibió por su respuesta a esas protestas o al coronavirus, Trump nunca fue un presidente muy popular, aunque siempre mantuvo una base fiel de simpatizantes.

                En rigor, en los casi cuatro años que lleva en el gobierno Trump ha tenido un rating de aprobación inferior al 50% en las mediciones de Gallup, otra variable clave para las chances de reelección de un presidente.

                Casa Blanca con carteles en contra de Trump
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                Trump nunca fue un presidente extremamente popular.

                Trump tampoco ganó el voto popular en 2016, aunque en esa ocasión obtuvo la mayoría del Colegio Electoral gracias al modo como este se conforma, ponderando a los estados menos poblados.

                Biden, por su lado, logró que la elección se volviera un referéndum sobre Trump y su estilo de gobierno.

                Y la mayor antipatía por Trump le permitió a Biden no sólo mantener unido a su Partido Demócrata pese a sus grandes diferencias internas, sino atraer votantes independientes e incluso republicanos.

                Sin embargo, el Partido Republicano siempre dio un firme respaldo a Trump, incluso durante sus mayores escándalos o el impeachment al presidente por abuso de poder, y ahora padece su derrota.

                "En la historia de EE.UU., ningún partido que ocupa la Casa Blanca ha sufrido jamás un cambio de suerte tan repentino y dramático en apenas unos pocos meses", señala Lichtman.

                "Nunca sucedió antes y Donald Trump no tiene a nadie a quien culpar más que a sí mismo: él es el presidente", agrega. "Nos guste o no, como dijo Harry Truman (quien gobernó EE.UU. de 1945 a 1953), la responsabilidad llega hasta aquí".

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