¿Cómo pueden los candidatos impugnar los resultados? ¿Qué pasa si hay un empate? ¿Y por qué algunos votos cuentan más que otros?
La elección presidencial de Estados Unidos ha dejado muchas dudas, luego de que la noche del 3 de noviembre terminara sin resultados y aún se cuenten los votos.
Ninguno de los candidatos ha logrado aún los 270 votos del Colegio Electoral que se necesitan para ganar la Casa Blanca.
Las autoridades electorales están contando los sufragios en varios estados clave, incluyendo Pensilvania, Nevada, Carolina del Norte y Georgia, los cuales llevarían a Donald Trump o Joe Biden a alzarse con el triunfo.
La BBC pidió a sus lectores de todo el mundo que enviaran sus preguntas sobre este proceso. Estas son algunas de las más frecuentes.
¿Tiene Donald Trump derecho a impugnar los resultados?
Sí. Los líderes de ambas campañas han dicho que están listos para las disputas legales que surjan del escrutinio de los votos, lo cual ya ocurrió este miércoles en el caso de Michigan y Pensilvania.
Cada candidato tiene derecho a exigir un recuento en la mayoría de los estados, lo cual se concede generalmente si la diferencia entre los votos es mínima.
El presidente Donald Trump dijo que recurriría a la Corte Suprema de ser necesario.
Este año hubo un aumento en la votación por correo y también es posible que la validez de estas boletas y hasta cuándo se pueden contar pueda ser cuestionada en los tribunales.
Las demandas podrían llegar hasta la Corte Suprema de EE.UU.
Esto sucedió en 2000, cuando el máximo tribunal detuvo un recuento en Florida y falló a favor del republicano George W. Bush, quien se convirtió en presidente.
¿Qué pasa si hay un empate?
Hay 538 votos del Colegio Electoral en juego. Y cada estado tiene un número determinado de electores según el tamaño de su población.
Esto significa que es posible -aunque no muy probable- que pueda darse un empate de 269 votos cada uno.
Si ningún candidato obtiene la mitad más uno de votos en el Colegio Electoral, correspondería al Congreso de Estados Unidos decidir.
El ajustado resultado en algunos estados ha generado manifestaciones que piden "contar cada voto".
Serían los miembros elegidos en la misma jornada electoral quienes asumirían esta responsabilidad.
La elección de un presidente se daría en la Cámara de Representantes. Ahí un delegado de cada estado tendría un voto: se necesita una mayoría de 26 para que un candidato se convierta en presidente.
El Senado elegiría al vicepresidente con el voto mayoritario de los 100 senadores.
¿Qué influencia tiene el voto popular en la forma en que vota el Colegio Electoral?
Los presidentes estadounidenses no se eligen por el voto popular nacional, sino por el número de estados que ganaron.
Biden ha celebrado ser el presidente con más votos de la historia de las elecciones, pero necesita los votos del Colegio Electoral.
El triunfador en cada estado obtiene el apoyo de electores que se reúnen en diciembre, cuando se conforma el Colegio Electoral, para votar y nominar oficialmente al próximo presidente.
Para ganar la Casa Blanca se necesitan 270 votos electorales.
Casi todo el mundo está harto de esta tontería del "colegio electoral". ¿Es tan difícil simplemente hacer que las elecciones estadounidenses sean por una mayoría de votos y deshacerse del colegio?
El sistema electoral de EE.UU. está establecido en la constitución, por lo que cambiarlo requeriría una enmienda constitucional.
Esto tendría que ser aprobado por dos tercios del Senado y de la Cámara de Representantes, o la misma proporción de legislaturas estatales. Tres cuartas partes de EE.UU. deberían estar de acuerdo.
Los miembros del Colegio Electoral son los que eligen al presidente.
Es muy poco probable que una iniciativa así tuviera éxito, aunque ha habido intentos de modificar el sistema en el pasado.
¿Quiénes son los miembros del colegio electoral, cómo se eligen y cuánto tiempo desempeñan el cargo?
Los miembros del colegio electoral suelen ser nominados por los partidos republicano y demócrata en cada elección.
Existen diferentes reglas para nominarlos en cada estado y se seleccionan oficialmente el día de la votación.
El expresidente Bill Clinton fue parte del Colegio Electoral en 2016.
Los miembros del colegio, llamados electores, a menudo tienen conexiones en los partidos políticos estadounidenses, con activistas o expolíticos.
Bill Clinton fue elector demócrata en 2016, y los republicanos propusieron a Donald Trump Jr.
Pero recordemos que su voto lo define el ganador del voto popular en el estado al que representen, no su afiliación política.
¿Quién decidirá la presidencia si no hay un ganador definitivo a través del Colegio Electoral?
Si no hay un ganador definitivo en el colegio electoral, significaría que ha habido un empate en el resultado general (mencionado anteriormente) o que los desafíos legales en curso en los estados en disputa no se han resuelto, por lo que sus electores no pueden ser elegidos.
El Colegio Electoral se reúne el 14 de diciembre. Para entonces, cada estado debe proponer electores para su candidato ganador.
Si los resultados de las elecciones aún están en disputa y ciertos estados no pueden decidir a qué candidato dar a sus electores, entonces dependería del Congreso de Estados Unidos.
La Constitución estadounidense impone un plazo final: el mandato del presidente (y vicepresidente) expira el 20 de enero al mediodía.
Si el Congreso no ha podido elegir al ganador para entonces, hay una línea de sucesión establecida en la ley.
La primera en la fila es la presidenta de la Cámara de Representantes, actualmente Nancy Pelosi, seguida por el segundo miembro de mayor rango del Senado, actualmente Charles Grassley.
Esto nunca ha sucedido antes, por lo que no está claro cómo funcionaría en la práctica en estas circunstancias excepcionales.
¿Qué hace que los votos de algunos estados cuenten más que otros?
Los candidatos tienden a hacer campaña en estados donde el resultado es incierto, por eso la gente dice que los votos en estos estados "cuentan más".
Estos lugares se conocen como campos de batalla o estados péndulo o clave.
Trump centró su estrategia este año en estados como Michigan y Florida.
El sistema electoral de EE.UU. implica que en todos los estados -excepto dos- el margen de victoria no importa, ya que quien obtenga la mayoría del voto popular gana todos los votoselectorales del estado.
Es fácil pronosticar cómo votarán en California, que siempre lo ganan los demócratas, o Alabama para los republicanos. Por eso los candidatos tienen menos incentivos para hacer campaña allí.
Concentran su esfuerzo en un puñado de estados como en Florida y Pensilvania, pues ahí la votación suele ser reñida y puede inclinarse la balanza en cualquier sentido.
Si los votos por correo que se cuentan varios días después de las elecciones cambian el resultado final de un estado para Trump o Biden, ¿cuál es el protocolo para volver a anunciar un ganador?
No existe un protocolo legal para anunciar un ganador en la noche de las elecciones; los estadounidenses lo conocen a través de la proyección de los principales medios de comunicación.
Biden fijó buena parte de su agenda en Pensilvania.
El conteo nunca se completa en la noche de las elecciones, pero generalmente hay suficientes votos para confirmar un ganador.
Estos son resultados no oficiales que se certifican solo unas semanas después, cuando son ratificados por funcionarios estatales.
Este año, los medios fueron más cautelosos al nombrar a un ganador en algunos estados, ya que hay un número record de votos por correo que hacen más lento el proceso de escrutinio.
Así que un candidato que se declare ganador podría terminar perdiendo cuando se cuenten todos los votos.
Los resultados fueron más favorables a Trump que lo esperado.
Que Estados Unidos haya pasado la noche siguiente a sus elecciones sin un ganador definido significa que el presidente Donald Trump evitó la derrota contundente que soñaban propinarle sus opositores.
Y con el conteo de votos aún en curso en algunos estados "bisagra", Trump todavía puede lograr su reelección, aunque su rival demócrata Joe Biden todavía tiene posibilidades de cantar victoria.
Es probable que el resultado final demore horas o días en conocerse.
Pero este compás de espera e incertidumbre contrasta con la ventaja que las encuestas previas a la elección le asignaban a Biden, de más de 8% promedio a nivel nacional y una delantera menor en algunos estados decisivos.
Trump se mantuvo competitivo electoralmente en un contexto que parecía sumamente adverso para él, con una pandemia de coronavirus que mató a más de 232.000 personas en EE.UU. y sumió al país en una gran recesión económica.
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Entonces, ¿cómo se explica esto?
Una estrategia peculiar
Trump no será un presidente muy popular, pero siempre mantuvo una base fiel de votantes.
Si bien su índice de aprobación en estos casi cuatro años de gobierno nunca superó el 50%, tampoco cayó debajo del 35% en las mediciones de Gallup, pese a todas las polémicas que ha protagonizado.
Sus seguidores son en su mayoría conservadores, blancos, religiosos y están furiosos con la clase política tradicional estadounidense.
Trump movilizó a su base de forma estratégica.
Durante la campaña, Trump habló casi en exclusividad a esos votantes para movilizarlos, atacando con dureza a sus adversarios y señalando a Biden como un típico exponente de la clase política corrupta.
Sólo en la última semana de campaña, Trump fue a 23 actos en 10 estados clave de las elecciones.
Cada vez que pudo recordó además que, antes de la crisis de coronavirus, EE.UU. tenía sus menores niveles de desempleo en medio siglo.
Y prometió volver a esa situación bajo un segundo mandato, presionando por la reapertura de la actividad en plena pandemia.
Trump también buscó generar temor a un cambio de gobierno, advirtiendo que un triunfo de Biden sería demoledor para EE.UU. porque hundiría la economía con regulaciones e impuestos de "socialistas" o "izquierda radical".
Y, a pocos días de las elecciones, surgió una noticia positiva para el presidente: luego de entrar en recesión en la primera mitad del año, la economía de EE.UU. creció a una tasa récord de 7,4% entre julio y septiembre.
Los resultados están más reñidos de lo que suponían las encuestas.
Pese al virus y la recesión, una mayoría (56%) de los votantes creía estar mejor que cuatro años atrás, según una encuesta de Gallup realizada en septiembre.
Sondeos a boca de urna el martes indicaron que los votantes que quieren la reapertura de la economía apoyaron más a Trump, mientras que los que se preocupan primero por el avance del coronavirus respaldaron a Biden.
De esa forma, el presidente parece haber al menos limitado el costo electoral que pagó por su respuesta errática a la pandemia de coronavirus.
El presidente volvió a ganar en estados clave que conquistó en 2016 y que los demócratas tenían esperanza de arrebatarle, como Florida o Texas.
Con millones de votos aún por contarse, Trump mantiene el pulso con Biden en estados que terminarán de inclinar las elecciones, como Pensilvania, Michigan y Wisconsin.
Aunque Biden gane el voto popular a nivel nacional, como lo hizo la demócrata Hillary Clinton en 2016, y logre dar la sorpresa en Arizona, estas elecciones están lejos de parecerse a la barrida demócrata que muchos anticipaban.
¿Por qué escogimos estos estados?
En el sistema electoral de Estados Unidos los candidatos compiten para lograr el apoyo de los delegados del colegio electoral.
Cada estado tiene una cantidad de votos del colegio electoral en función de su población y hay un total de 538 en juego, por lo que el ganador es el candidato que gana 270 o más.
Ese es el número mágico.
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Como ya mencionamos antes, la mayoría de los estados suelen inclinarse hacia uno u otro partido, lo que significa que los candidatos centran sus esfuerzos en aquellos donde el resultado no se da por seguro.
Elegimos nuestros siete estados clave tomando también en cuenta aquellos que tienen suficientes votos electorales para influir en el resultado final y donde esperamos que la batalla sea más cruenta. El presidente Trump ganó en todos en 2016.
¿Puede haber un empate?
Técnicamente, sí. En total hay 538 votos del colegio electoral y es posible que ambos candidatos terminen con 269 votos. Una situación que, no obstante, sería bastante extraña.
En ese caso la Cámara de Representantes sería la encargada de decidir quién sería el próximo presidente y el Senado votaría por el vicepresidente.
Esta situación solo ha ocurrido en contadas ocasiones en la historia de EE.UU., y no se ha dado desde el siglo XIX.
El ganador de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de este año podría definirse por los resultados de unos pocos estados clave. Los llamados estados "péndulo", "bisagra" o "en disputa".
La mayoría de los estados del país suelen inclinarse hacia uno u otro partido. Y con base a ese historial, ya le hemos asignado 188 votos a Trump y 233 a Biden.
¿Puede Joe Biden conseguir los suficientes apoyos para llegar a la presidencia? ¿O logrará Donald Trump un segundo mandato?
Como las elecciones en Estados Unidos son indirectas, la carrera se centra en llegar a 270 votos electorales. Y esta vez tú decides.
Los detractores del mandatario republicano Donald Trump tienen la certeza de que, ante la popularidad del demócrata Joe Biden, el próximo presidente estadounidense será el exvicepresidente.
Sin embargo, el sistema de votación presidencial local permite que un candidato ampliamente popular se convierta en el “perdedor” de la contienda porque no logra alcanzar los 270 votos electorales para convertirse en el mandatario electo.
Elecciones del 2006
En retrospectiva, recordemos la experiencia de Hillary Clinton en los comicios del 2006. La candidata demócrata perdió en tres estados: Pensilvania (20 votos electorales), Michigan (16) y Wisconsin (10) y esa diferencia le dio la victoria al republicano.
Hillary tuvo una ventaja de 3 millones de votos populares más que Trump, quien se llevó la victoria electoral.
Es verdad. Donald Trump ha roto los esquemas tradicionales en Washington.
Se ha negado a responder si respetará los resultados de los votaciones, una pregunta que se repite ante cada presidente que lucha por reelegirse, y que se da por sentado que la respuesta debe ser afirmativa.
Su lucha contra los inmigrantes legales e ilegales es uno de sus “dogmas”, la medida de separar a los niños de sus padres indocumentales elevó el grito de los que luchan por los derechos humanos.
Hasta ahora, 545 niñosse encuentran separados de sus padres desde hace cinco años.
Su apoyo solapado a los grupos extremistas ha causado que éstos estén más dispuestos a realizar acciones violentas y participar en choques callejeros, a veces contra manifestaciones pacíficas.
La represión contra las protestas antirracistas tras las muertes de George Floys y Breonna Taylor y varias otras víctimas, escudándose en la consigna de “orden público”, traducida como “ley y orden”; en otras palabras, represión policial contra los que protestan.
“La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos prohíbe que los gobiernos locales, estatales y federales restrinjan su derecho a la libertad de expresión”. Una expresión que ha costado muchas lágrimas y sangre en la historia estadounidense.
De acuerdo con una publicación en The New York Times, el presidente Trump no pagó impuesto sobre la renta en 10 de los últimos 15 años a partir del año 2000, porque había perdido dinero en sus negocios, o había inflado sus pérdidas: lo único que pagó fue US$750.
Evadir el pago de impuestos es un delito y, en el caso de una empresa, puede ser multada con hasta US$500,000 y si es persona física, puede pasar algún tiempo en la cárcel.
Aunque hasta ahora se ha librado de enfrentarse a la Justicia, es muy probable que este hecho le persiga en el futuro.
La minimización del amplio daño causado por la pandemia del coronavirus, con alrededor de 226,000 muertes, más los daños a la economía, uno de los pilares de que más se vanagloriaba el mandatario, ya al final de su período presidencial, ha mermado su popularidad en general, pero sus seguidores lo adoran.
El demócrata Joe Biden, ha tratado de vender una imagen algo más “ecuánime” y conjuntamente con su candidata vicepresidencial, Kamala Harris, la primera afroamericana en la contienda electoral, presentarse como la opción para reencausar al país, actualmente muy dividido.
No solo han logrado ganar más popularidad entre los votantes latinos, tradicionalmente demócratas, y los afrocamericanos, que en el año 2006 no dieron amplio apoyo a Hillary Clinton por las muertes de afroestadounidenses durante el gobierno de Barack Obama.
Hoy día, Biden mantiene una ventaja en estados considerados claves: Pensilvania (50 % - 45 %), Arizona (50 % - 45 %) y Florida (49 % - 46 %) y Texas (46 % - 49 %).
Pero como se dice en el lenguaje del beisbol, el juego no termina hasta el último “out”. Las encuestas muestran que el próximo presidente estadounidense será Joe Biden, pero el conteo final de los votos electorales es lo que realmente decidirá si Donald Trump logra reelegirse, o le pasará como a George Bush padre y Jimmy Carter.
En estas elecciones presidenciales Trump se juega la reelección y Biden pasar de exvicepresidente a presidente.
En las elecciones presidenciales de Estados Unidos, puede que el ganador no sea el candidato que más votos del público tenga.
Y es que el presidente del país no es elegido directamente por los votantes, sino por un organismo conocido como el colegio electoral.
Aquí te contamos en qué consiste este sistema.
Entonces, ¿qué votan en concreto los estadounidenses?
Cuando los estadounidenses acuden a las urnas en elecciones presidenciales, a pesar de que en la boleta aparecen los nombres de los candidatos por cada partido (Donald Trump y Joe Biden en este caso) en realidad están votando por un grupo de funcionarios que forman el conocido como "colegio electoral".
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La palabra "colegio" simplemente se refiere a un grupo de personas con una tarea común. Estos individuos son electores y su trabajo es elegir al presidente y vicepresidente/a.
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El colegio electoral se reúne cada cuatro años, unas semanas después del día de las elecciones, para llevar a cabo su cometido.
¿Cómo funciona el colegio electoral?
El número de electores de cada estado es mayoritariamente proporcional al tamaño de su población.
El colegio se compone de 538 electores en total.
California tiene el mayor número, 55, mientras que una serie de estados poco poblados como Wyoming, Alaska y Dakota del Norte (y Washington DC) tienen un mínimo de 3.
Los seis estados con más delegados son California (55), Texas (38), Nueva York (29), Florida (29), Illinois (20) y Pensilvania (20).
Cada elector representa un voto electoral, y el candidato necesita ganar una mayoría de votos (270 o más) para alzarse con la presidencia.
En general, los estados dan todos sus votos electorales al candidato que haya ganado los votos del público en ese territorio.
Por ejemplo, si un candidato del Partido Republicano ganó el 50,1% del voto popular en Texas, se le proporcionarían todos los votos electorales de ese estado, 38.
Solo hay dos estados (Maine y Nebraska) que dividen sus votos electorales en función de la proporción de votos que cada candidato obtenga.
Esto hace que algunos estados sean muy importantes para los candidatos, ya que los que más poblados tienen mayor cantidad de votos electorales.
Hillary Clinton ganó el voto popular... pero no la mayoría de votos del colegio electoral.
Además esto hace que los candidatos a la presidencia de EE.UU. centren sus esfuerzos en los llamados estados "péndulo" -que pueden caer de uno u otro lado de la balanza-, en lugar de tratar de ganar el mayor número de votantes por todo el país.
¿Puede un candidato ganar el voto popular y no conseguir la presidencia?
Sí.
Es posible que un determinado candidato sea el más popular entre los votantes a nivel nacional, pero no consiga suficientes estados como para llegar a los 270 votos electorales.
De hecho, dos de las últimas cinco elecciones fueron ganadas por candidatos que tenían menos votos del público que sus rivales.
En 2016, Donald Trump consiguió cerca de 3 millones de votos menos que Hillary Clinton, pero ganó la presidencia porque el colegio electoral le dio la mayoría.
En 2000, George W. Bush triunfó con 271 votos electorales, pese a que el candidato demócrata al que se enfrentó en las elecciones, Al Gore, ganó el voto popular por una diferencia de más de medio millón de votos.
George W. Bush ganó las elecciones presidenciales de 2000 contra el demócrata Al Gore.
Solo otros tres presidentes han sido elegidos sin haber ganado el voto popular, todos ellos en el siglo XIX: John Quincy Adams, Rutherford B. Hayes y Benjamin Harrison.
¿Por qué se eligió este sistema?
Cuando la Constitución estadounidense estaba siendo elaborada en 1787, una votación popular a nivel nacional para elegir a un presidente era prácticamente imposible, por el tamaño del país y la dificultad de las comunicaciones en la época.
Al mismo tiempo, había poco entusiasmo para permitir que un presidente fuera elegido por legisladores en la capital, Washington.
Es por ello que los artífices de la Constitución crearon un colegio electoral, con cada estado eligiendo a sus electores.
Los estados más pequeños apoyaron el sistema ya que les proporcionaba mayor voz que en una votación popular a nivel nacional.
Cada estado tiene un determinado número de votos en el colegio electoral.
El colegio electoral también fue visto con buenos ojos por los estados del sur, donde los esclavos formaban una gran parte de la población. Pese a que éstos no podían votar, sí eran contabilizados en el censo (como tres quintas partes de una persona).
Dado que el número de votos electorales era determinado por el tamaño de la población de un estado, los territorios del sur tenían mayor influencia en la elección de un presidente que la que el voto popular directo les hubiera otorgado.
¿Tienen los electores que votar por el candidato que ganó?
En algunos estados, los electores pueden votar por el candidato que prefieran, sin tener en cuenta a quién apoyaron los votantes en ese territorio.
Pero en la práctica, los electores casi siempre votan por el candidato que gana la mayoría de votos en su estado.
Si un elector vota contra la opción escogida por el estado, se le identifica como "desleal".
En 2016, siete votos del colegio electoral fueron clasificados de esta manera, pero ningún resultado ha sufrido cambios determinantes por electores "desleales".
¿Qué ocurre si ningún candidato consigue la mayoría?
La Cámara de Representantes, la cámara baja del Congreso estadounidense, entonces votaría para elegir a un presidente.
Esto solo ha ocurrido una vez, en 1824, cuando cuatro candidatos se dividieron el voto electoral, lo que propició que ninguno consiguiera la mayoría necesaria.
Con dos partidos dominando actualmente el sistema político estadounidense, es poco probable que esto ocurra.
Cada estado que ganen les acercará al objetivo de los 270 votos electorales que necesitan.
Fue un debate más civilizado pero no por ello exento de duros ataques.
El aspirante a la reelección presidencial en Estados Unidos, Donald Trump, y su rival por el Partido Demócrata, Joe Biden, vivieron la noche de este jueves un intenso cara a cara en el que intercambiaron fuertes acusaciones personales. Eso sí, esta vez respetando todas las formalidades.
El encuentro, realizado en la localidad de Nashville (Tennessee), estuvo marcado por las duras acusaciones de corrupción entre uno y otro candidato.
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Trump citó alegaciones infundadas de que Biden se benefició personalmente de los negocios de su hijo. El demócrata, por su parte, sacó a relucir las opacas cuentas fiscales del presidente.
El mandatario intentó dibujar a Biden como el "típico político", con constantes referencias a su larga carrera y, en especial, a sus dos periodos como vicepresidente de Barack Obama.
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"¿Por qué no lo hiciste en los 8 años? (...) Es todo habladuría, ninguna acción", le espetó el aspirante republicano en varias ocasiones a Biden, cuando este hablaba de sus propuestas de gobierno.
El político demócrata, por su parte, buscó mostrar a Trump como un mandatario que ha llevado al país a una profunda crisis, pero que no asume sus responsabilidades, que divide a los estadounidenses y que está desconectado de la vida de los ciudadanos comunes.
"Esto no se trata de su familia o de la mía, sino de tu familia", dijo Biden mirando a la cámara y hablándole directamente a los electores de clase media, con cuyas dificultades intentaba mostrar empatía.
"Yo seré presidente de todos los estados, no de azules o rojos", subrayó.
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En opinión de Paul Danahar, editor en jefe de la BBC en Estados Unidos, el debate "fue una estrecha victoria por puntos para el presidente Trump".
"[Trump] tuvo algunas buenas líneas de ataque y se benefició de las bajas expectativas existentes tras su primer debate".
No obstante, el veterano periodista, especializado en política estadounidense, subrayó que el mandatario "necesitaba arrasar para detener la campaña de Biden y no lo consiguió".
El encuentro entre ambos candidatos había generado mucha expectativa tras su duro primer cara a cara el pasado 29 de septiembre, que acabó convirtiéndose en un encuentro caótico y de graves descalificaciones.
A ello se sumó la cancelación del segundo debate, previsto para el pasado 15 de octubre, luego de que Trump contrajera covid-19 y de que los equipos de campaña no se pusieran de acuerdo sobre las reglas del mismo.
A 12 días de las elecciones, y en un momento en el que ya millones de estadounidenses han comenzado a ejercer su derecho al voto por correo o de forma anticipada, este debate representaba una oportunidad crucial para que ambos intentaran no solo hacer llegar su mensaje a la mayor cantidad de votantes potenciales, sino marcar una diferencia ante su adversario.
"Aprendiendo a morir"
El debate arrancó con el coronavirus, un asunto crucial en el país más afectado por la pandemia.
Pese a los más de 8 millones de contagiados y las más de 220.000 muertes atribuidas a la nueva enfermedad, Trump defendió la gestión de su gobierno, alegando que habían logrado grandes avances y que habían evitado la muerte de 2,2 millones de personas.
"Este es un problema mundial, pero yo he sido felicitado por los líderes de muchos países por lo que hemos logrado hacer", aseguró el presidente.
"Estamos aprendiendo a vivir con esto", manifestó Trump, insistiendo en que había que abrir la economía y las escuelas, ya que las personas estaban perdiendo su empleo y estaban aumentando los suicidios y los problemas de drogas y adicciones.
Las expectativas eran muy altas para este último debate después de un primer enfrentamiento caótico.
En este punto, el candidato demócrata fue tajante: "Cualquiera que sea responsable de tantas muertes no puede seguir siendo presidente", manifestó.
"Él dice que estamos aprendiendo a vivir con esto [el coronavirus]. La gente está aprendiendo a morir con él", añadió.
Ataques por la inmigración
El tema de la inmigración fue el centro de una de las partes más áridas de debate.
Biden cuestionó duramente la política aplicada por Trump en esta materia, haciendo especial énfasis en la controvertida política de separación de familias en la frontera con México.
Como consecuencia de esta política, que acabó revirtiendo la Casa Blanca tras una fuerte presión social, actualmente hay medio millar de menores migrantes que se encuentran solos en el país pues sus padres no pueden ser hallados por, aparentemente, haber sido deportados.
"Más de 500 niños vinieron con sus padres. Ellos los separaron en la frontera para desincentivarlos a venir", destacó el candidato demócrata. "Esto nos convierte en un hazmerreír y viola toda noción de lo que somos como nación".
La política de separación de familias en la frontera ha marcado el primer mandato de Trump.
Trump se defendió haciendo referencia a las gigantescas celdas de metal de los centros de detención de inmigrantes en Estados Unidos, asegurando que habían sido construidas durante el gobierno de Obama, en el que Biden fue vicepresidente.
"Publicaron en un periódico una foto de una de estas jaulas horribles y dijeron 'mira estas jaulas, el presidente Trump las construyó. Y se determinó que fueron construidas en 2014. Eso lo hizo él", afirmó.
Pese a su retórica antinmigración y a un aumento de los arrestos de indocumentados dentro del país, las cifras de detenciones y deportaciones durante los primeros cuatro años de Trump siguen por debajo de las del primer mandato de Obama y Biden.
Preguntado por esas cifras récord por la moderadora, el exvicepresidente reconoció que cometieron "un error".
La sombra de Hunter Biden
Trump ya había adelantado que haría del hijo de Biden, Hunter, un asunto del debate, y no tardó mucho en sacar a colación a la familia del exvicepresidente.
El mandatario acusó a Biden de beneficiarse personalmente de los negocios de su hijo en Ucrania y China, haciendo referencia a informaciones publicadas por algunos medios y que supuestamente se basan en datos obtenidos de una computadora de Hunter.
"Si esto es cierto, entonces él es un político corrupto", dijo Trump sobre el candidato demócrata.
Biden negó la veracidad de esas informaciones y afirmó que hay medio centenar de exagentes de inteligencia que señalan que esas acusaciones forman parte de un plan de Rusia para dañar su candidatura.
Trump ya había advertido que sacaría a colación el tema del hijo de Biden.
Además, contraatacó hablando sobre los impuestos de Trump y sus vínculos empresariales con China, citando una investigación del diario The New York Times (NYT) que reveló que el presidente no pagó casi impuestos en su país durante años pero sí en el país asiático.
Eso forzó al mandatario a dedicar tiempo explicando que pagó millones de dólares "por adelantado" en impuestos y asegurando que publicaría su declaración de la renta en el futuro, una práctica común en políticos y presidentes del país pero que Trump no ha llevado a cabo hasta el momento.
"Trump contaba con hacer sangre con sus ataques a la familia de Biden, creando una controversia" que minara las posibilidades de su contrincante, que lidera las encuestas, "pero todo indica que esta noche no cumplió ese objetivo", consideró Anthony Zurcher, periodista de la BBC especializado en política estadounidense.
Mayor contenido
Como es usual en él, durante sus intervenciones Trump utilizó numerosas frases con pegada para hablar de sus propuestas, pero no ofreció muchos detalles.
Así, por ejemplo, dijo que habrá una vacuna contra el coronavirus en pocas semanas pero, al ser repreguntado por la presentadora Kristen Welker, de la cadena NBC, no ahondó en el asunto.
También presumió de ser "el presidente que más ha hecho por los afroestadounidenses desde Abraham Lincoln" (el mandatario que abolió la esclavitud) y de ser "la persona menos racista en esta habitación".
Era la última oportunidad de Trump y Biden para convencer a votantes indecisos en un formato televisivo de este tipo.
"Este Abraham Lincoln de acá es uno de los presidentes más racistas que hemos tenido en la historia moderna. Le echa gasolina a cada uno de los fuegos racistas", le respondió sarcásticamente Biden, quien recordó que Trump inició su primera campaña presidencial diciendo que iba a librar a Estados Unidos de los "violadores mexicanos".
Biden, por su parte, ofreció muchos más detalles sobre sus planes de gobierno aunque sus frases quizá no tuvieron la grandilocuencia de las de Trump.
Anunció, por ejemplo, que, de llegar a la Casa Blanca, enviaría una ley al Congreso para crear un camino hacia la ciudadanía para 11 millones de inmigrantes indocumentados, que mejoraría el sistema de salud estableciendo una opción pública de seguro médico que -prometió- generaría mayor competencia y permitiría abaratar los costos. También se comprometió con un salario mínimo de US$15 por hora.
En comparación con el primer debate este segundo y final encuentro entre Trump y Biden fue mucho mejor recibido por el público.
"Fue un debate más sustancial", señaló Laura Trevelyan, reportera y presentadora de la BBC en América del Norte.
Parte de ese éxito se le atribuye a una novedad tecnológica: la adopción de un botón para silenciar los micrófonos de los participantes en los momentos previstos para que cada uno tuviera unos minutos de intervención sin interrupciones.
"El botón de silencio, o al menos la amenaza de su utilización, pareció funcionar. Durante el segundo debate presidencial los candidatos estuvieron más contenidos", apuntó Anthony Zurcher, de la BBC en Norteamérica.
Pero también ocupó un lugar predominante para el público la moderadora, Kristen Welker, a quien muchos ciudadanos declararon como la "clara ganadora" del debate.
Incluso Trump -que critica regularmente a la cadena de la periodista (NBC) y la había acusado de ser "terrible e injusta"-, acabó alabándola.
"Por cierto, respeto mucho la forma en la que está manejando usted esto, tengo que decirlo", manifestó el presidente en medio del último cara a cara de esta campaña presidencial.
El público, en redes, le dio la razón.
Los candidatos fueron consultados sobre los intentos de interferir en las elecciones por parte de naciones extranjeras, especialmente después de que el FBI anunciara esfuerzos tangibles al respecto por parte de Rusia e Irán.
Biden dijo que “cualquier país que interfiera va a pagar un precio porque se están metiendo con la soberanía estadounidense”, y criticó a Trump por no tomar acciones al respecto. “Rusia no quiere que yo sea Presidente porque yo los conozco bien.
No sé por qué Trump no quiere enfrentarse con Putin”, dijo.
Trump, por su parte, acusó a Biden de “recibir USD 3,5 millones de Rusia” y aseguró que “nadie es más duro” con Moscú que él. El ex vicepresidente de Barack Obama negó las acusaciones -"nunca he recibido un centavo de ningún país"- y, en cambio, resaltó la reciente revelación del New York Times sobre una cuenta secreta de Trump en China y lo conminó a publicar sus declaraciones de impuestos, algo que se ha negado a hacer durante su administración. “Publica tus declaraciones o deja de hablar de corrupción”, expresó.
El mandatario luego acusó al hijo de Biden, Hunter, de beneficiarse de la vicepresidencia de su padre para recibir dinero de una empresa gasífera ucraniana, Burisma. Biden negó las acusaciones y remarcó que las distintas investigaciones al respecto concluyeron que no se habían cometido crímenes financieros.
La lucha contra el COVID-19
El presidente defendió su gestión con respecto a la pandemia, asegurando que “la vacuna llegará pronto” y que la pandemia “está terminando y se irá”. Biden, en tanto, fue enfático a la hora de criticar al mandatario y aseguró que “nadie que sea responsable de más de 220.000 muertes puede permanecer como presidente”.
Trump comenzó su locución asegurando que, de no haber tomado acciones, 2,2 millones de personas hubieran muerto como consecuencia de la enfermedad. Aseguró a su vez que la pandemia “es un problema global”, en referencia a los rebrotes en Europa, y que los incrementos que tienen luga en este momento “terminarán, como sucedió en Texas, Florida y Arizona”. “Fui felicitado por muchos jefes de Estado por lo que hicimos. Estamos llegando al final, la pandemia se está yendo”, dijo.
Biden, en tanto, expresó: “No escuchen nada más de lo que digo esta noche, pero escuchen esto. 220.000 personas han muerto. Él dijo que no se responsabilizaba por las muertes. Volvimos a tener más de 1.000 muertes por día, más de 70.000 casos por día”. También delineó los aspectos principales del plan que implementaría: “Voy asegurarme de alentar a todos a que usen mascarillas. Invertir en testeos rápidos, crear estándares nacionales para abrir escuelas y comercios. Voy a encargarme de esto, de asegurarme que tengamos un plan. El no tiene uno”.
En otro pasaje del segmento, Biden se mostró a favor de decretar confinamientos basados en tasas de contagio, y criticó a Trump por no alentar las negociaciones en el Congreso para aprobar nuevos paquetes de estímulo.
Trump, en contraste, reiteró que “no se puede mantener al país cerrado”. “La gente está perdiendo su trabajo. Se están suicidando, hay niveles de depresión, abuso de sustancias que son gigantes. La cura no puede ser peor que el problema en sí mismo”.
Minuto a minuto del último debate presidencial:
Joe Biden y Donald Trump se enfrentan este jueves en el último debate antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. El evento tiene lugar en la universidad de Belmong en Nashville, en el estado sureño de Tenneseee. Será moderado por la periodista Kristen Welker, de la cadena NBC.
El formato del evento es el mismo que el del primero. Estará dividido en seis segmentos de 15 minutos cada uno. Ellos son : la pandemia de COVID-19; las familias estadounidenses; los conflictos raciales; el cambio climático; la seguridad nacional; y las habilidades de liderazgo.
No obstante, no son los temas sino un aspecto técnico el que ha dominado la previa: la decisión de la Comisión de Debates Presidenciales de apagar los micrófonos de los candidatos durante parte de ellos. En concreto, sucede cuando su oponente realice su declaración de apertura sobre cada uno de los temas.
El objetivo de la medida es abordar las numerosas interrupciones que tuvieron lugar durante el primer evento. La mayoría de ellas correspondieron a Trump, quien, según el portal Axios, lo hizo en más de 70 ocasiones en contraste con las 21 de Biden.
La medida ha sido criticada por la campaña de Trump, que lo ve como un ataque hacia el candidato. “Es muy, muy injusto”, dijo al respecto el mandatario, quien también criticó a la moderadora, acusándola de tener un sesgo a favor de Biden.
Este debería haber sido el tercer debate. El segundo de ellos, previsto para el 15 de octubre, fue cancelado luego de que Trump rechazara que se hiciera en formato virtual tras dar positivo de COVID-19.
Las campañas de ambos confirmaron que sus tests previos al debate dieron negativo. En consecuencia, y tras consultar con el epidemiólogo Anthony Fauci, se autorizó la remoción de mamparas de plexiglás del escenario, que al igual que en el debate entre los candidatos a vicepresidente habían sido erigidas a modo precautorio.
Biden y Trump tienen posturas ambientales muy distintas.
Los científicos que estudian el cambio climático creen que la reelección de Donald Trump podría hacer que sea "imposible" mantener bajo control las temperaturas globales.
Les preocupa que otros cuatro años de Trump "garanticen" el uso de combustibles fósiles durante las próximas décadas, al asegurar y mejorar la infraestructura para la producción de petróleo y gas en lugar de eliminarlos gradualmente como quieren los ambientalistas.
El plan climático de Joe Biden, argumentan los científicos, le daría al mundo una oportunidad de luchar contra el cambio climático.
Además de retirarse del Acuerdo de París, el pacto internacional diseñado para evitar el calentamiento peligroso de la Tierra, el equipo de Trump ha trabajado arduamente para eliminar lo que ven como obstáculos para la producción eficiente de energía.
Durante los últimos tres años, investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York han rastreado más de 160 retrocesos significativos en las regulaciones ambientales.
Estos retrocesos cubren todo, desde los estándares de combustible de los automóviles hasta las emisiones de metano y las bombillas de luz.
Estos trámites han ocurrido al mismo tiempo que EE.UU. se recupera de severos incendios forestales en los estados del oeste. Muchos científicos han relacionado estos incendios con el cambio climático.
Entonces, ¿dónde estamos después de cuatro años de mandato de Donald Trump y hacia dónde es probable que vayan las cosas después de las elecciones del 3 de noviembre?
¿Cuál es la posición de Trump sobre el cambio climático?
"Trump cree que las regulaciones son costos y no beneficios", dice el profesor Michael Gerrard, de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Trump dijo que el Acuerdo de París era injusto para EE.UU. y que haría poca diferencia en las temperaturas globales.
"Él niega que realmente exista el cambio climático antropogénico, o al menos que sea malo. Cree que si se recortan las regulaciones de todo tipo, no solo ambientales, sino también ocupacionales y laborales, creará más puestos de trabajo", opina Gerrard.
Los críticos dicen que los retrocesos en las regulaciones ambientales son parte de una agenda para eliminar cualquier referencia al cambio climático en todo el gobierno federal.
"El gobierno de Trump ha hecho todo lo posible para negar la ciencia y denigrar a los científicos", dice Gina McCarthy, exdirectora de la Agencia de Protección Ambiental (EPA) y ahora presidenta del Consejo de Defensa de Recursos Nacionales.
"Realmente han hecho todo lo humanamente posible para tratar de convencer a la gente de que lo que ven, sienten y saborean simplemente no está sucediendo frente a ellos", añade.
¿Qué efecto han tenido los retrocesos?
Los partidarios del presidente Trump dirán que su firme apoyo a los combustibles fósiles ha sido un éxito.
Gracias al fracking, EE.UU. se convirtió brevemente en el mayor exportador de petróleo del mundo a fines de 2019.
El fracking —o fracturación hidráulica— es un conjunto de técnicas para recuperar petróleo y gas de la roca de esquisto.
Pero cuando se trata de carbón, la historia es diferente. A pesar de los esfuerzos del gobierno para deshacer las regulaciones, los empleos relacionados con la minería de carbón han seguido disminuyendo.
Ahora hay alrededor de 5.000 puestos de trabajo menos relacionados con el carbón que cuando Trump fue elegido.
Para muchos de los que respaldan al mandatario, sus acciones sobre el clima son consistentes con impulsar la producción de energía y mantener el crecimiento de la economía.
Trump ha expresado su apoyo por la minería de carbón, pero los puestos de trabajo en la industria se han reducido desde que él asumió el cargo.
Otros argumentan que la guerra de Trump contra las regulaciones ambientales no tiene nada que ver con la economía.
"Trump está convencido de que el cambio climático es un tema de guerra cultural que enciende el resentimiento de su base de extrema derecha", dice Paul Bledsoe, quien sirvió en el gobierno de Clinton y ahora es asesor del grupo de expertos demócratas Progressive Policy Institute.
"Entonces él ve esto como un esfuerzo cultural para encender las quejas entre su base. No tiene otra función para él. No le importa nada más", agrega.
¿Qué efectos tendrá la salida del Acuerdo de París?
La salida del Acuerdo de París fue un fuerte mensaje para el resto del mundo de que EE.UU. ya no compartía el consenso internacional sobre el cambio climático.
Incendios forestales sin precedentes en la costa oeste de EE.UU. han sido vinculados con el cambio climático.
Al anunciar la retirada, Trump habló de renegociar el acuerdo, pero nada ha resultado de esa idea.
Algunos observadores creen que las acciones de EE.UU. han facilitado que otras naciones, como Brasil y Arabia Saudita, obstaculicen el progreso en la reducción de emisiones de carbono.
"Ahora somos un paria, y este es el momento más vergonzoso y sorprendentemente malo que puedo imaginar para EE.UU.", dice Gina McCarthy.
"Y todo es porque tenemos un presidente al que simplemente le importa un comino la gente. Solo le importa su propia base y cómo alimenta su propio ego", señala.
Si Joe Biden gana, es probable que revierta la salida del Acuerdo de París lo antes posible.
Volver a unirse al pacto requiere solo un mes de antelación.
¿Trump está en sintonía con su base sobre el cambio climático?
La decisión de Trump de sacar a EE.UU. del Acuerdo de París entrará en vigor el 4 de noviembre, un día después de las elecciones.
Sin embargo, las encuestas de opinión muestran que un número creciente de jóvenes republicanos y conservadores están adoptando una posición diferente a la del presidente sobre el cambio climático.
El presidente negó el vínculo de los incendios forestales en California con el cambio climático.
Pero muchos aún apoyan su decisión de abandonar el pacto de París.
"Lo que descubrí es que las metas realmente grandes y altas no significan nada si no tienes un plan para lograrlas", dice Danielle Butcher, quien se describe a sí misma como una joven conservadora de la organización ambiental Coalición Estadounidense de Conservación.
"Tenemos a China diciendo que van a reducir sus emisiones este año. Y están financiando plantas de carbón en todo el mundo", señala. "El Acuerdo de París puede sonar bien, pero debe cumplirse, ¿no?"
¿Qué pasa si Trump es reelegido?
Además de confirmar la salida de EE.UU. del Acuerdo de París, si gana Trump probablemente habrá más esfuerzos para aumentar la producción de combustibles fósiles. Esto podría tener graves consecuencias para las temperaturas globales.
"El objetivo de temperatura de 1,5°C es muy difícil de alcanzar en este momento, aunque teóricamente es posible", dice Michael Gerrard.
Se refiere a uno de los objetivos del Acuerdo de París: lograr que el aumento de las temperaturas se mantenga "muy por debajo" de los 2°C con respecto a la era preindustrial.
Además, compromete a los firmantes a "realizar esfuerzos" para limitar este aumento a 1,5°C como máximo.
Estas medidas servirían para evitar lo que los científicos consideran como "niveles peligrosos e irreversibles" de cambio climático.
La producción petrolera ha aumentado durante el mandato de Trump.
Hace dos años, una revisión científica del objetivo concluyó que mantener el aumento de la temperatura global por debajo de este umbral haría una gran diferencia para las personas y la naturaleza, en vez de permitir un aumento de 2°C (que había sido el umbral durante muchos años).
Si Trump es reelegido, el profesor Gerrard cree que limitar el aumento de la temperatura a 1,5°C "entrará en el terreno de la imposibilidad física".
"Tendríamos que esperar otros cuatro años para otra elección para tratar de rectificar eso. Pero para entonces, se habrá garantizado mucha más infraestructura de combustibles fósiles y se habrán ido a la atmósfera muchos más gases de efecto invernadero. Sería una muy mala noticia para el clima", señala.
¿Cómo están respondiendo los estados y ciudades estadounidenses?
En algunas partes de EE.UU., la falta de medidas de la Casa Blanca sobre el cambio climático ha servido como un llamado a la acción.
Para los residentes de la ciudad costera de Charleston, Carolina del Sur, el clima y el aumento del nivel del mar ocupan un lugar destacado en la lista de preocupaciones políticas.
Los niveles de agua en el puerto de Charleston solían subir unos 2,5 centímetros cada década, ahora aumentan en esa cantidad cada dos años.
Con una necesidad apremiante de instalar nuevas defensas contra el mar, la autoridad local demandó a 24 empresas de combustibles fósiles por su papel en la producción del carbono vinculado al aumento de las aguas.
Charleston en Calorina del Sur ha sufrido cada vez más inundaciones a causa del aumento del nivel del mar.
"En este momento, las inundaciones son un problema durante 100 días del año", dijo el activista climático local Belvin Olasov.
"Esta situación exige liderazgo y actualmente hay un vacío enorme, por el presidente que tenemos", señaló.
"Así que tenemos a un gobierno local enfrentando a un conglomerado gigante de corporaciones petroleras porque no se está haciendo nada a nivel federal", añadió. "Es una situación inusual a la que nos han empujado".
Muchos estados y regiones han seguido adelante con la acción climática, pero tienen sus límites.
Por ejemplo, el transporte por carretera es responsable de alrededor de un tercio de las emisiones de carbono de EE.UU., pero el gobierno federal establece los estándares de combustible para automóviles.
Si bien el gobierno de Obama buscó fortalecerlos significativamente, el presidente Trump los ha suavizado.
¿En qué se diferencia Biden de Trump?
Joe Biden dice que su plan para el cambio climático haría que el sector energético de EE.UU. quedara libre de carbono para 2035. Esto permitiría que el país redujera sus emisiones a cero para 2050.
Alcanzar el cero neto significa que cualquier carbono emitido por la industria, el transporte u otras fuentes se equilibra eliminando una cantidad equivalente de la atmósfera, por ejemplo, mediante la plantación de bosques.
Biden tiene ideas ambiciosas para revolucionar el transporte en EE.UU., utilizando vehículos y trenes eléctricos. También quiere construir 1,5 millones de viviendas y unidades habitacionales sostenibles.
Su plan no solo beneficiaría a EE.UU., dicen sus partidarios, sino que ayudaría a mantener bajas las temperaturas globales.
"Esta es la primera elección de la historia que realmente puede determinar si podemos prevenir un cambio climático desbocado", dice Paul Bledsoe.
Joe Biden planea que EE.UU. reduzca a cero sus emisiones de carbono para 2050.
"Joe Biden propone que EE.UU. imponga aranceles de cambio climático a las naciones que no reduzcan sus emisiones. El plan climático internacional de Biden, en todo caso, es incluso más ambicioso que su plan nacional. Así que el contraste no podría ser más marcado", explica.
Trump ha acusado a su oponente de querer prohibir el fracking. Pero Biden dice que esta práctica continuaría mientras EE.UU. hace la transición hacia una economía verde.
El auge del petróleo y el gas que se inició con el fracking, incluso en estados clave como Pensilvania, significa que miles de puestos de trabajo están en juego.
Los candidatos son conscientes de la necesidad de actuar con cuidado, independientemente de sus posiciones más generales sobre el cambio climático.
¿Qué posturas tienen los grupos religiosos sobre el cambio climático?
Los cristianos evangélicos se encuentran entre los grupos religiosos que han apoyado firmemente a Trump.
Las encuestas muestran que probablemente volverán a votar por él en números abrumadores.
Pero los miembros más jóvenes de la fe están menos encantados con el presidente, especialmente en el tema del cambio climático.
Emily Robertson es una estudiante de 21 años de Covenant College en Lookout Mountain, Georgia, y en noviembre votará por primera vez.
Ella dice que si hubiera podido votar la última vez, probablemente hubiera votado por Trump, como hicieron sus padres.
Pero su creciente conciencia sobre el tema del cambio climático la ha persuadido de votar por Joe Biden esta vez.
A pesar del creciente reconocimiento de este problema planetario, cree que la mayoría de sus compañeros cristianos jóvenes todavía respaldarán a Trump.
"En las plataformas de redes sociales, he visto a muchos jóvenes evangélicos moverse a votar por Biden, pero están en círculos selectos", dice.
"Honestamente, basándome en algunas personas con las que he hablado, aunque les importa el cambio climático, no creo que les importe lo suficiente como para votar por Biden en lugar de Trump", indica.
Con interrupciones constantes y fuertes acusaciones, el primer debate entre el presidente Donald Trump y el candidato demócrata Joe Biden inició el martes con beligerantes intercambios sobre la pandemia del coronavirus, la violencia en las calles, el desempleo y la manera como la Corte Suprema determinará el futuro de la atención médica en el país.
En el que ha sido el debate presidencial más caótico de los últimos años, los dos hombres hablaron frecuentemente al mismo tiempo y Trump interrumpió a Biden con tanta frecuencia que el exvicepresidente eventualmente estalló contra el mandatario: “¿Te quieres callar?”
“El hecho es que todo lo que está diciendo hasta ahora es una vil mentira”, declaró Biden. “No estoy aquí para señalar sus mentiras. Todo el mundo sabe que es un mentiroso”.
Trump y Biden llegaron a Cleveland con la esperanza de que el debate revitalice a sus simpatizantes, incluso aunque se disputan la pequeña porción de votantes indecisos que podrían definir la elección. Han pasado generaciones desde que los dos aspirantes a llevar las riendas del país enfrentaron un tumulto similar, en el que los estadounidenses están temerosos e impacientes por la pandemia de coronavirus que ha cobrado más de 200.000 vidas en la nación y ha provocado la pérdida de millones de empleos.
Trump intentó controlar la conversación una y otra vez, interrumpiendo a Biden y constantemente hablando al mismo tiempo que el moderador Chris Wallace, de Fox News. El mandatario intentó evadir las preguntas más duras — ya fueran sobre su situación fiscal o la pandemia — para arremeter contra Biden.
El presidente se ganó un regaño de Wallace, quien les pidió a ambos que dejaran de interrumpirse. Biden intentó contrarrestar al presidente, en ocasiones viendo fijamente a la cámara para dirigirse directamente a los votantes y no a Trump, señalando: “Es difícil decir algo con este payaso”.
Pero, a pesar de sus intentos por dominar la discusión, Trump estuvo constantemente a la defensiva e intentó evadir el tema cuando se le preguntó si estaba dispuesto a condenar a los supremacistas blancos y grupos paramilitares.
“¿Cómo les quieres llamar? Dame un nombre. Dame un nombre”, dijo Trump antes de que Wallace mencionara al violento grupo ultraderechista conocido como Proud Boys. Trump no condenó a la agrupación y en su lugar declaró: “Proud Boys, apártense, esperen, pero déjenme decirles algo, alguien tiene que hacer algo respecto a Antifa y la izquierda, porque este no es un problema de derecha. Este es un problema de izquierda”.
Los insultos quedaron expuestos cuando Biden atacó el manejo de la pandemia por parte de Trump, señalando que el presidente “esperó y esperó” para actuar una vez que el virus llegó a Estados Unidos y “aún no tiene un plan”. Biden le dijo a Trump: “Sal de tu búnker y sal de la trampa de arena”, y usa tu carrito de golf para ir a la Oficina Oval a concretar un plan bipartidista que salve a las personas.
Trump le respondió: “Déjame decirte algo Joe: Nunca habrías podido hacer el trabajo que hicimos nosotros. No lo llevas en la sangre”.
“Yo sé cómo hacer el trabajo”, fue la respuesta solemne de Biden, quien se desempeñó durante ocho años como el vicepresidente de Barack Obama.
Los efectos de la pandemia estaban a la vista, con un amplio espacio entre los podios de ambos candidatos, y todos los invitados en la pequeña audiencia se sometieron a pruebas de diagnóstico, sin mencionar la ausencia del tradicional saludo. Los candidatos no se estrecharon las manos ni utilizaron mascarillas en el escenario, aunque sus familiares sí portaron cubrebocas en la audiencia.
En los primeros instantes del debate, Trump pasó problemas para definir sus ideas para reemplazar a la Ley de Cuidado de Salud Asequible y defendió su nominación de Amy Coney Barrett a la Corte Suprema, al declarar: No fui elegido por tres años, fui elegido por cuatro años”.
“Ganamos la elección. Las elecciones tienen consecuencias. Tenemos al Senado. Tenemos la Casa Blanca y tenemos una candidata fenomenal que es respetada por todos”.
Trump criticó a Biden luego de que el exvicepresidente se negó a comentar si intentaría expandir la Corte Suprema en represalia en caso de que Barrett sea confirmada como reemplazo de la difunta jueza Ruth Bader Ginsburg.
El presidente también se negó nuevamente a reconocer la ciencia del cambio climático.
¿Quién ganó el primer debate entre Donald Trump y Joe Biden?
Periodistas de BBC Mundo analizan en vivo las repercusiones del primer encuentro entre los dos candidatos para las importantes elecciones del 3 de noviembre.
Trump y Biden debatieron durante varios puntos durante 90 minutos en Cleveland que estuvieron cargados de acusaciones y ataques.
Uno de los principales puntos fueron los impuestos que pagó Trump en los últimos años tras la exclusiva publicada por el diario The New York Times.
Sobre eso, Trump dijo que pagó millones de dólares en impuestos federales, pese a que los documentos señalan que en ese segmento apenas pagó US$750.
Biden se mostró más agresivo de lo que muchos esperaban dado su carácter moderado, pero respondió al habitual estilo más agresivo del presidente.
Amos protagonizaron por ello un debate caótico, lleno de interrupciones y ataques personales.
Es el primero de los tres debates entre ambos y también habrá uno entre sus respectivos vicepresidentes, Mike Pence y la aspirante Kamala Harris.
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