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White Lines: Lo que podríamos ver en la temporada 2 de la serie de Netflix

[Cuidado 'spoilers'] ¿Qué pasará con Boxer? ¿Se convertirá Marcus en el 'dealer' por excelencia de los Calafat? ¿Volveremos a ver a Zoe? Esto es lo que podríamos ver en la próxima temporada de la serie de Álex Pina.
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 Lopes y Laura Haddock en White Lines.
Netflix

Misterio, sexo, drogas y no tanto rock and roll, sino más bien música tecno. 
Esa es la fórmula que sigue White Lines, la nueva serie de 10 episodios de una hora de duración que se estrena en Netflix este 15 de mayo, del creador y guionista Álex Pina. A él le debemos el éxito muy adictivo de La casa de papel
En White Lines también hay mucho sol y playa. Y es que la serie está ambientada en la isla balear de Ibiza y el paisaje ibicenco se retrata con cielos siempre despejados, agua turquesa y colores tan saturados que casi parece que a las escenas en exteriores se les haya aplicado un filtro de Instagram. Te van a entrar ganas de mudarte a Ibiza.
White Lines se deja ver fácilmente. La serie, que es la apuesta de Netflix por un Pina todavía más internacional que el de La casa de papel, cuenta con personajes británicos y españoles y está grabada en inglés y castellano. Laura Haddock interpreta a Zoe, una bibliotecaria de Manchester que acaba en Ibiza después de que aparezca el cadáver de su hermano, Axel (Tom Rhys Harries). Él era un DJ que llevaba 20 años desaparecido. Zoe decide quedarse en Ibiza hasta averiguar qué sucedió con Axel. Y, en el proceso, acaba transformada por la isla. 
La narración se remonta al Manchester de 1996, quel Axel decidió dejar para mudarse a Ibiza, además de los días del DJ en la isla con sus mejores amigos. Y la búsqueda de Zoe en la misma, pero dos décadas después. Por supuesto, no esperes una narración cronológica u ordenada. Y tampoco creas que todo lo que de entrada ves en White Lines será necesariamente cómo sucedieron las cosas. No es que White Lines tenga un narrador poco fiable que no explique los hechos como son, sino que se trata de un narrador de los que cuenta lo que quiere en el momento que considera más dramático.



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Tom Rhys Harries, Kassius Nelson, Ceallach Spellman y Jonny Green en White Lines.
Netflix

Como en La casa de papel, el humor es uno de los ingredientes importantes de White Lines. Aunque diría que está más dosificado. Pero la serie aprovecha las dos culturas hasta cierto punto opuestas que representa para reírse de las diferencias entre anglosajones y mediterráneos. "España no está tan mal. A pesar de que todos habléis tan rápido y tan alto, que vuestros bares huelan a grasa frita y que todos cenéis a las 10 de la noche", reflexiona Clint (Francis Magee), el padre de Zoe, durante su visita a Ibiza y sin acabar de dejarse seducir por la cultura autóctona. Un hombre, Clint, que también se refiere al gazpacho como "sopa fría".
Una de las bazas ganadoras de White Lines es el hecho de que filmaran en localizaciones reales en Manchester, Almería, Mallorca e Ibiza. La serie tiene una luz diferente en función del lugar que captura y aprovecha esas localizaciones al máximo. Desde sus casas bajas y de paredes blancas, a sus piscinas con vistas al mar y que invitan a bañarse. White Lines incluso incluye una persecución a bordo de un Golf Cabriolet descapotable noventero por un bosque de pinos mediterráneo de caminos polvorientos que no tiene desperdicio.
Otra de las bazas de White Lines es su música. Y es que una serie ambientada en la isla más musical del planeta no podía descuidar ese aspecto. El primer episodio, por ejemplo, establece una serie de nuevos personajes cada uno al ritmo de una canción. Boxer (Nuno Lopes) es el jefe de seguridad de la familia Calafat, una de las más ricas y poderosas de Ibiza, y se nos presenta en batín y botines y odiando la música electrónica que suena en el club donde también vive. Conchita (Belén López), la matriarca de los Calafat, hace una coreografía de natación sincronizada a ritmo de "We Keep Falling in Love" de Las Vegas Big Band. Zoe llora con el "Bamboleo" de los Gipsy Kings que canta a pleno pulmón el conductor que la lleva al ferry para ir a Ibiza. Marcus, el mejor amigo de Axel y que todavía vive en Ibiza, es más dado al Britpop y conduce con el tema "Movin' on Up" de Primal Scream. Y los narcotraficantes rumanos que le hacen su entrega habitual de cocaína a Marcus trabajan con el "Dragostea Din Tei" de O-Zone de fondo. El compositor habitual de bandas sonoras Tom Holkenborg se encarga de nutrir la serie con temas originales electrónicos combinados entre las canciones más comerciales.



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Belén López y Juan Diego Botto interpretan madre e hijo en White Lines.
Netflix

White Lines falla para mí en un reparto que no acaba de estar a la altura del de La casa de papel y donde algunas elecciones de casting me han dejado desconcertada. Juan Diego Botto, por ejemplo, interpreta a Oriol, el hijo algo pijo y que habla con acento español de los Calafat. Que me tenga que creer que dos intérpretes que apenas le sacan cinco y doce años sean su madre, Conchita, y su padre, Andreu (Pedro Casablanc), respectivamente ya es un poco artificioso. Pero es que encima Oriol tiene un complejo de Edipo de tamaño descomunal. El rollo que se llevan Oriol y Conchita es tan raro y ambos actores tienen una edad tan cercana que estaba convencida de que en algún momento me contarían que en realidad no estaban realmente emparentados.
Y a pesar de la inclusión de nombres como Andreu y Oriol, que la serie esté ambientada en Baleares y sea en realidad bilingüe, me ha parecido una ocasión perdida que solo se escuche catalán una vez (y poco) a lo largo de sus 10 episodios. 
Tecnicismos a un lado, White Line quiere que nos centremos en ese misterio sobre quién asesinó a Axel y en la historia personal de Zoe tratando de redescubrirse a sí misma. Para ayudarla a aclararse (o confundirla más) está Boxer, interpretado por el portugués Nuno Lopez y uno de los únicos personajes que parece igual de cómodo en inglés y en español. Un hombre al que le gusta ver À bout de souffle de la nouvelle vague con las gafas de pasta puestas. Con conocimientos avanzados de yoga que hacen que podamos encontrárnoslo en plena postura de apoyo sobre la cabeza. Y que tiene siempre a mano estupefacientes naturales, nada de productos farmacéuticos, para calmar el típico ataque de ansiedad. Un primor, vaya.
Pero si la pregunta es si White Lines te va a mantener entretenido y enganchado durante un fin de semana (o dos, en función de tu ritmo maratoniano) tratando de averiguar qué pasó con Axel y cómo terminarán las cosas con Boxer y Zoe, la respuesta es que sí.

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