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Joen Biden sorprende a Sanders en el debate al anunciar que elegirá a una mujer como vicepresidenta

El debate número once en la campaña de los demócratas, el primer mano a mano, arrancó con un saludo de codos entre el ex vicepresidente Joen Biden, el líder en número de delegados, y el senador Bernie Sanders, que se atribuye el liderazgo en el debate ideológico. Sin público, como consecuencia de la crisis de coronavirus que lo marca todo, ambos contendientes marcaron sus diferencias y su objetivo común de echar al presidente Donald Trump, por lo que uno al otro se dará apoyo. Sin embargo, el titular de la noche se lo llevó Biden al anunciar que, de ser el elegido, una mujer será su vicepresidenta.
No hubo nombre, pero este anuncio supuso un golpe de efecto que eclipsó esas diferencias de conceptos entre los dos contendientes. “Me comprometo a elegir a una mujer como vicepresidenta. Hay un número de mujeres que están cualificadas para ser presidentas mañana”, señaló Biden. Al preguntarle si era un compromiso, replicó contundente con una sola palabra: “Yes”.
Sanders, en cambio, no adoptó ese mismo compromiso, pero matizó: “Con toda probabilidad lo haré”. Fue el momento que supuso un hiato en el debate, uno de los mejores en intercambio de información según los analistas –en parte lo atribuyeron a la ausencia de “la distorsión” del público presente en todas las otras ocasiones-, que se desarrolló en todo momento bajo la sombra del coronavirus, en un espacio cada vez más castigado por al pandemia, con ciudades que empiezan a tomar medidas muy extremas para contenerlo.

Lo que supone la pandemia del Covid-19 se convirtió en el punto de arranque y en el cierre


Lo que supone esta enfermedad se convirtió en el punto de arranque y en el cierre. Un pase y el otro sirvieron para establecer las grandes diferencias entre los contendientes. Sanders aprovechó para subrayar que el coronavirus pone de relieve “la debilidad y disfuncionalidad médica” en Estados Unidos, así como la urgencia de adoptar una sanidad universal para todos.
Biden cargó fuerte y dijo que esto “no tiene nada que ver con la sanidad universal”. Ratificó esta idea al citar que Italia la tiene “y no ha funcionado”. Según su visión, “la gente quiere resultados, no revoluciones”. Pese a diferentes estilos, los dos coincidieron en que se ha de garantizar que todos son atendidos, con seguro o sin seguro, y que todos enfermos, en cuarentena o sin trabajo circunstancialmente tenga garantizado por el gobierno que recibirá su salario.
En un punto más extremo, el ex vicepresidente incluso abogó por desplegar el ejército y su capacidad para construir hospitales. De esta manera, los dos apelaron a una Casa Blanca con más capacidad para la acción, aunque se dividieron en la forma de afrontar esa acción.
Aunque Sanders subrayó las muchas contradicciones que jalonan la trayectoria de Biden –su apoyo a la guerra de Irak es una de las más clamorosas-, el ex vicepresidente tuvo una actitud menos dubitativa que en anteriores ocasiones y trató de defenderse, en ocasiones regateando la pregunta y saliendo por la tangente. Hubo intercambios punzantes, con interrupciones del uno al otro, con gestos y expresiones de cara claramente de disgusto, siempre manteniendo las compostura, como dice Joe, como bien sabes Bernie.

Sanders se jugaba más, después de haber sido el favorito y haber perdido fuelle


Pero Sanders se jugaba más, después de haber sido el favorito y haber perdido fuelle ante un Biden que se impuso en las primarias de Carolina del Sur, donde se disparó, y ganó los dos martes siguientes consolidando su imagen de candidato favorito. Este martes, salvo accidente mayor por el coronavirus, se enfrentan en IllinoisOhioArizona Florida, estado en el que todo apunta Biden saldrá airoso y, a diferencia de otros estados, con el apoyo de los latinos.
Como destacaron algunos analistas, al última respuesta de cada uno, de nuevo sobre el coronavirus, puso al ideólogo Sanders frente a un tono más humano, de más conexión social, de Biden. Sanders insistió en que esta emergencia nacional ha sublimado la necesidad de una sanidad universal y la obligación de combatir el desigualdad social, “¿quién tiene el poder”, se preguntó y se respondió: las corporaciones, los ricos.
En su turno, Biden contó la historia de un amigo que tiene a su madre en una residencia de ancianos, que se ha de sentar fuera y trata de saludarla por el cristal. “Creo que lo puedo entender, esto es lo que hace que nos unamos”. Uno de esos momentos que apela a las emociones y generan simpatía.
¿Los demócratas conseguirán arrebatar la presidencia a Trump?
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