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Por qué y cuándo deberías enfriar el vino tinto


No hay mucha gente que piense que es necesario enfriar el vino tinto. Al fin y al cabo, se suele servir a “temperatura ambiente”, pero eso puede variar enormemente de una habitación a otra, de una casa a otra casa, o incluso de un clima a otro. Pero la realidad es que a la mayoría de los vinos le vendrá bien haber estado un rato enfriando en la nevera, sobre todo durante los meses más calurosos.
Para saber cuándo hay que enfriar el vino y cómo de frío debe estar, hablé con Ian Ferrier, experto en vinos del restaurante Shalom Y’all y que había estado antes trabajando en Enoteca Nostrana.

Mejor pecar de frío

“Cada vino tiene su propio rango de temperatura ideal, pero generalmente es mejor pasarse de fresco que de caliente”, explicó Ferrier, “porque siempre es mejor beber un vino que se está calentando”. Si hablamos en términos de grados, “siempre deberías buscar que tus tintos estén al menos entre los 15 y 21 grados. La razón principal por la que no apostar por un vino más caliente es que los aromáticos comienzan a cambiar y la sensación de alcohol es mayor al meter meter la nariz en copa. Los vinos tintos de por sí tienden a tener más alcohol, por lo que no te interesa potenciar esto. En general, el sabor y la sensación en la boca es diferente”.

Cuanto más suave sea el vino, más lo puedes dejar enfriar

“En general”, explicó Ferrier, “puedes enfriar los tintos más suaves aún más, hasta las temperaturas a las que se suelen servir los blancos [de 9 a 12 grados]. No te interesa que un tinto más fuerte tenga estas temperaturas porque, entre otras cosas, enfriar el vino puede aumentar la sensación tánica y puede hacer que sea más amargo. Con un tinto más suave, puede mejorar la acidez, el cuerpo y despertar más aromas florales. Cada vino es diferente y tiene su propio punto ideal”.

Hazlo por las burbujas

Si te encantan las burbujas, el frío es tu mejor aliado. “En lo que respecta a los tintos espumosos, el propio vino suele seguir los mismos principios en cuanto a aroma, cuerpo, etc., pero la gran diferencia es el dióxido de carbono”, me dijo Ferrier. “Si él vino está frío, el dióxido de carbono se mantiene correctamente en la mezcla y habrá una serie de finas burbujas, si está a temperatura ambiente es probable que desaparezcan un poco al abrirlo. Aparte de eso, es como comparar un refresco caliente con uno frío: la
carbonatación será más áspera y desagradable.

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