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Facebook no es bueno para tu salud mental. Esto es lo que ocurre si lo dejas




De acuerdo con el estudio más completo publicado hasta la fecha, el usuario promedio que da el salto y se sale de Facebook se encuentra con lo siguiente: pasa más tiempo con sus amigos y familiares, ve más televisión, desconecta más sobre política, es menos partidista y está más satisfecho con su vida.
Más conectados, pero también más solos
A más tiempo en redes sociales, más depresión y soledad

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La paradoja es esta: las redes sociales, con Facebook a la cabeza, nos permiten estar más conectados que nunca pero, al mismo tiempo, puede que, en realidad, jamás hayamos estado más solos. Existe incluso una relación causa-efecto entre el tiempo que pasamos en las redes sociales y la incidencia de depresión o soledad, tal y como prueban estudios como el publicado hace unos meses en la revista Journal of Social and Clinical Psychology, que observó que los participantes (estudiantes universitarios de entre 18 y 22 años) que redujeron de forma drástica (10 minutos al día) el uso de Facebook, Instagram o Snapchat disfrutaron de mejoras en su estado de ánimo y en la percepción de su propia vida.
“Ha sido chocante. Lo que encontramos es que las tasas de depresión y soledad se redujeron de forma significativa en el curso de tres semanas entre las personas que limitaron el uso de redes sociales”, dijo Melissa Hunt, profesora de psicología en la Universidad de Pensilvania y directora del estudio, titulado "No más FOMO: limitar el uso de redes sociales reduce la soledad y la depresión". FOMO es el acrónimo en inglés de Fear Of Missing Out, y refleja lo que desde hace tiempo es una epidemia: el miedo constante a perdernos algo, o estar en un lugar con la insoportable sensación de que algo importante ocurre al mismo tiempo en otro sitio.
¿Para qué te sirve Facebook?
Si te ayuda a organizar un partido de fútbol, es saludable. Si usas Facebook en lugar de jugar al fútbol, deja de serlo

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La profundidad de tu red social fuera de Facebook es lo que determina la profundidad de la red social dentro, y no al revés. En esta transferencia, lo que ocurre es que Facebook no destruye amistades, pero tampoco las crea. Si las redes sociales te sirven para organizar un partido de fútbol entre tus amigos, eso es saludable. El problema está cuando usas las redes sociales en lugar de jugar al fútbol.
Las comparaciones producen infelicidad
Facebook explota el talón de Aquiles de la naturaleza humana

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"Si solo quisiéramos ser felices, sería fácil; pero queremos ser más felices que los demás y esto es casi siempre difícil, ya que los creemos más felices de lo que son”, dijo el pensador francés Monstesquieu varios siglos atrás.
Facebook tiene un poder especial para hacernos sentir más tristes ya que “subrayando la versión más inteligente, divertida de la vida de la gente, e invitando las comparaciones constantes en las que tendemos a vernos como los perdedores, Facebook parece explotar el telón de Aquiles de la naturaleza humana", indica este estudio de la Universidad de Stanford. La investigación fue pionera a la hora de analizar hasta qué punto uno se siente mal después de navegar por Facebook y observar las fotos, biografía y actualizaciones invariablemente dichosas de tus contactos. Los participantes en este estudio –estudiantes elegidos al azar– se mostraron convencidos de que “todo el mundo disfrutaba de una vida perfecta”. Todo el mundo menos ellos, claro.

El diabólico botón "me gusta"
O por qué se compara la adicción a las redes con el tabaco

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Sean Parker, uno de los fundadores de Facebook, dijo a finales de 2017 que “solo Dios sabe lo que Facebook está haciendo al cerebro de nuestros hijos”. Parker, que fue el primer presidente de Facebook, confesó que todos en esta plataforma eran conscientes desde el principio de que estaban creando algo adictivo, que se aprovechaba de una vulnerabilidad en la psicología humana. “Literalmente cambia tu relación con la sociedad. Probablemente interfiere con la productividad de maneras extrañas”, dijo. Tecnologías como el popular botón 'Me gusta' de Facebook buscan atrapar todo el tiempo y atención posible de los usuarios.
Luchar contra este secuestro es la cruzada que emprendió Tristan Harris, un ex empleado de Google al que algunos llaman la 'conciencia de Silicon Valley' y que insiste en que nuestra capacidad de elección está, en realidad, muy limitada, aunque no nos demos cuenta de ello. “Está cambiando nuestra democracia, nuestra capacidad de mantener conversaciones y relaciones”, señala. Este pionero, fundador de la organización Tiempo bien empleado busca convencer a los fabricantes para que sus artículos sean menos adictivos.
Nuestra fuerza de voluntad, argumentan las voces críticas, se encuentra frente a un enemigo formidable. Las ganas irresistibles de mirar el celular son una reacción natural ante las aplicaciones y webs diseñadas para que pinchemos cuantas más veces mejor. “Hay 1,000 personas al otro lado de la pantalla cuyo trabajo es echar por tierra cualquier responsabilidad que yo pueda mantener”, dice Harris“Es como decirle a la gente que haga más ejercicio mientras le das a elegir entre un Big Mac y un Quarter Pounder a la hora de comer”, sostiene.

La privacidad es cosa del pasado
Tus datos personales son un gran negocio

Marcio José Sánchez/AP
Facebook se ha visto salpicada por multitud de escándalos relativos a su gestión de la privacidad de los datos de sus usuarios. El mayor de ellos se produjo la primavera pasada, cuando se desveló que la consultora británica Cambridge Analytica utilizaba una aplicación para recopilar millones de datos de internautas de la plataforma sin su consentimiento y con fines políticos. Unos meses más tarde, Facebook admitió que los piratas informáticos robaron datos personales de 30 millones de cuentas.

La enfermedad del selfie
Facebook o Instagram son el vehículo idóneo para el narcisista

Gigi Wu, una montañera de Taiwan que publicaba sus retratos en bikini, falleció tras sufrir una caída y no llevar la ropa adecuada.
El número de personas que han muerto de la “enfermedad del selfie” en las circunstancias más extravagantes (fotografiando a un oso, nadando con un tiburón, frente a un tren o sosteniéndose por los pelos en las alturas) es tan alto que la circunstancia tiene ya su propia entrada en Wikipedia y un listado de accidentes, mortales o no. El selfie es el vehículo idóneo para el narcisista. Es una manera sencilla de probar lo maravillosos que somos, nuestros talentos y experiencias únicas.
Tom Kersting, psicoterapeuta experto en tecnología indica a Univision Noticias que hay en estos comportamientos un aspecto adictivo. Con cada respuesta positiva que obtenemos tras publicar un selfie, explica, se activa la parte del cerebro que busca el placer, dándonos un "chute" de dopamina. "Se puede cultivar una adicción a esta sensación, lo que conduce a una búsqueda de atención constante", señala.

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