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El diésel azul: ¿la solución definitiva o un parche?

Las soluciones milagrosas no existen, pero son muchos los que buscan soluciones para garantizar que el diésel siga siendo una alternativa viable en los próximos años. Los primeros interesados, sin duda, son los fabricantes, pero también los conductores, que quieren seguir contando con opciones para sus carro privado con un coste por kilómetro contenido, y que ven soluciones como el coche eléctrico aún muy alejadas de sus posibilidades, ya sea por su precio, o por particularidades de esta tecnología, como la de contar con un punto de recarga, o su limitada autonomía. Hablemos del diésel azul, ¿es la solución definitiva o un parche?

¿Qué es el diésel azul?

En los últimos meses os hemos hablado largo y tendido de una tecnología, la del diésel R33, también llamado diésel o gasóleo azul. Se trata de un nuevo biocombustible que llegará a las gasolineras con el objetivo de reducir el impacto medioambiental de conducir un coche diésel. Este combustible es muy parecido al diésel que ya repostamos, con la salvedad de que se origina, en mayor medida (hasta un 33%), de residuos procedentes, por ejemplo, de aceites de cocina usados.
El gasóleo R33, también llamado diésel azul, promete reducir las emisiones de los diésel que emplean este biocombustible, pero no parece ser la solución definitiva

¿La solución al problema de los diésel?

Según sus creadores – en su desarrollo han trabajado empresas como la marca Volkswagen y el proveedor Bosch – este biocombustible consigue que las emisiones de los diésel que lo utilicen se reduzcan, consiguiendo una reducción de emisiones de CO2 de hasta el 20%. Hay que decir, por otro lado, que la implantación del nuevo etiquetado de combustibles facilitará, en gran medida, que los combustibles tradicionales acaben contando con alternativas realmente interesantes, como esta. ¿Pero es la solución definitiva a los problemas del diésel o un parche temporal?
Lo primero que hemos de entender es que, en el largo plazo, los objetivos de reducción de emisiones solo podrán cumplirse con soluciones drásticas, con el coche eléctrico, ya sea de baterías o pila de combustible. De manera que, aunque soluciones como esta, la implantación de sistemas de reducción de emisiones más efectivos, la introducción de diferentes tecnologías de hibridación – del micro-híbrido, al híbrido completo, e incluso el enchufable – solo son soluciones temporales, cada una con sus ventajas, e inconvenientes, para acercarnos al objetivo final.

Los pros y los contras de los biocombustibles

Por otro lado, el diésel azul no es la solución definitiva. De hecho, y tal y como ya os venimos contando, el diésel azul o R33 puede ser una fuente de problemas y averíasen algunos coches que no sean compatibles con estos biocombustibles. No todos los coches son aptos para esta tecnología, y aquellos que podrían encontrar más dificultades con este tipo de gasóleo serían los diésel más antiguos. Y los diésel más antiguos son precisamente los que mayores problemas de contaminación pueden acarrear.

El diésel no está muerto

En cualquier caso, y en el corto y el medio plazo, todo apunta a que el diésel aún nos acompañará muchos años, y seguirá siendo una alternativa viable, y necesaria. Siendo conscientes de eso, está claro que tecnologías como el diésel azul serán de ayuda para mitigar el impacto del gasóleo.
Recordemos que, más allá de los ambiciosos objetivos de descarbonización que en el largo plazo se ha planteado la Unión Europea, y los países miembros de esta, hay objetivos de reducción de emisiones en el corto plazo que han de cumplirse. El mero hecho de que las ventas de diésel estén cayendo ya está haciendo que, por ejemplo, las emisiones de CO2 frenen su caída, e incluso estén disparándose. Y eso supondrá no pocos problemas para los miembros de la Unión Europea y los fabricantes, que han de cumplir con objetivos de reducción de emisiones, so pena de sanciones económicas importantes.

Y es por eso que el diésel no va a desaparecer y que tendremos que recibir a soluciones como el diésel azul con interés, pero conteniendo nuestro entusiasmo, conscientes de que el futuro, a largo plazo, probablemente no sea el diésel, ni tan siquiera el motor de combustión interna.

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