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A sus 118 años es uno de los hombres más viejos del país

Feliz de disfrutar de buena salud, siempre jovial recordando los mejores episodios de su vida a los 118 años de edad don Rosario Remigio, cariñosamente Sao, recibe el calor de sus hijos, de manera especial de Lucía Rosario, quien con inmensa alegría lo cuida desde hace once años en su humilde vivienda de La Vía Férrea 124, los Rieles Abajo de esta ciudad.
Hace más de una década perdió su visión, esto no le ha impedido seguir siendo el ser humano alegre, acogedor y expresivo. Con orgullo don Rosario Remigio relata que nació en la Sección Naranjo Dulce de San Francisco de Macorís, el cuatro de octubre de 1901, día de Nuestra Señora del Rosario, de ahí el origen de su nombre. Don Rosario, desde las seis de la mañana, cada día, con el canto del gallo se despierta y disfruta de su tradicional café, el que comparten en familia.
En la primera visita que hicimos al protagonista de este trabajo se preparaba para dormir y tan pronto sintió nuestra presencia cuando Lucía. Su hija le comenta que queríamos conversar con él, de inmediato se levanta y nos invita a pasar, entrando enseguida en conversación.
Se presenta como un hombre servicial, amante a la agricultura, con una fe inquebrantable en Dios y su devoción a la Virgen, Nuestra Señora del Rosario. Recuerda con añoranzas las sabias enseñanzas recibida de sus padres Felipe: Remigio y doña Cipriana de la Cruz, quienes levantaron una familia de nueve hijos, todos fallecieron sólo vive don Sao.

Don Rosario Remigio, cariñosamente Sao, dice tener 118 años.
Don Rosario Remigio, cariñosamente Sao, dice tener 118 años.

Expresa que para 1916, con apenas quince años cientos de militares Norteamericanos se alojaron en esta zona, reprimían a los ciudadanos, imponiéndoles trabajos fuertes, obligándolos a construir caminos vecinales y a explotar la tierra a fin de ponerla a producir. Se refería a la Invasión de los Estados Unidos al país durante el período de 1916-1924 Menciona a dos personajes famosos que comandaban las tropas Mister Hannlert y un tal Calud.
Recuerda así mismo la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina, a quien dice lo conoció, “se cometían muchos abusos, sin embargo había respeto, en tiempo del jefe, yo era maestro y también daba catecismo en Naranjo Dulce.
Dice sentirse agradecido de Dios, por haberle permitido levantar una familia de once hijos, resaltando su fidelidad a su esposa doña Felicia Remigio Concepción. Resalta con orgullo que de sus once hijos las cinco hembras salieron de su humilde hogar bien casadas.
Lucía Rosario, su hija nos relata que es impresionante como su padre mantiene siempre el buen humor, nunca se aparta de las reglas de cortesía, desde el café hasta los alimentos que recibe nos da las gracias y siempre agrega un cumplido, “Que bueno esta”, explica.
Don Sao, como le llaman quienes les tratan de cerca nos dice que su padre Felipe Remigio murió de ciento veinticuatro años en la Comunidad de Naranjo Dulce, y que en lo que concierne a él no le teme a la muerte, pues está preparado con Dios y muy agradecido de sus hijos, familiares y amigos.
Explica que ha sido objeto de muchos reconocimientos: placas, certificados, pero que una de sus mayores satisfacción es haber recibido en su casa las visitas de grandes personalidades, como Monseñor Moya, Mons. Fausto Mejía, el padre Silvio, y el padre Oscar Peña, entre otros.

humilde vivienda de La Vía Férrea 124, los Rieles Abajo de esta ciudad.
La humilde vivienda de don Sao, ubicada en La Vía Férrea 124, los Rieles Abajo de esta ciudad.

Al concluir la entrevista Sao expresa su gratitud y deseo de dejarle un mensaje a nuestros jóvenes: “mi mensaje a los jóvenes es que actúen siempre correctamente en la vida, nunca hacer lo mal hecho, que se vayan junto, que si trabajan si ganan poco o mucho, lo fundamental es darle buen uso, sean siempre honestos”.
Tras concluir su mensaje se despide con algunos fragmentos de una de sus décimas preferidas:
“Si tu madre te dijera que tu no está de casarte, dile que yo sé esperarte, y nos casamos los dos.
Dile a tu madre que yo te quiero con tanto amor y me sorprende un dolor sino me caso contigo, dile que hace más conmigo que el premio mayor.

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