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Jaimito, el dominicano más longevo, tuvo 47 nietos y 114 bisnietos. Su hija mayor tiene 90 años


El hombre más longevo del país falleció el pasado jueves en el municipio de Hondo Valle de la provincia Elías Piña. Jaime Vicente
HONDO VALLE, Elías Piña. El hombre más longevo del país falleció el pasado jueves en el municipio de Hondo Valle de la provincia Elías Piña. Jaime Vicente, mejor conocido como don Jaimito, era un agricultor de 117 años, 10 meses y 18 días de nacido.
Vicente era el dominicano de mayor edad. Iba a cumplir los 118 años el 28 de enero de 2019.
Sus siete hijos están vivos, la mayor tiene la edad de 90 años conocida como doña Celia, le siguen Antonia, Nercida, Berta, Blanca, Ibelia y Agustín Vicente el único varón.
Según cuenta su nieto, el profesor Carlos Vicente, Jaimito dejó 47 nietos y 114 bisnietos.
Dijo que fue un hombre ejemplar en la vida, y en la agricultura, tanto así que fue reconocido por el exdictador Rafael Leonidas Trujillo en el año 1950 como un gran hombre del campo.
La esposa de Jaimito, Ángela Encarnación, murió a los 85 años hace aproximadamente 18 años. Con ella vivió toda su vida en la calle Juan Pablo Duarte número 30 en el poblado de Hondo Valle.
“A él lo que más le gustaba era cantar, se mantenía constantemente agitando las manos y aplaudiendo, le gustaban las bachatas de Frank Reyes, Luís Segura y la música típica vieja”, expresó otro de sus nietos César Vicente.
El siempre se mantuvo lúcido, nunca padeció ninguna enfermedad y fue en los últimos días de su muerte que cayó en cama, cuenta su nieto César.
Recordó que don Jaimito hablaba y escuchaba perfectamente a sus 117 años y meses de nacido.
“Creo que la comida fue lo que lo mantuvo vivo. Él comía de tó. Víveres, arroz, carnes y le gustaba mucho el mangú de plátanos maduros con queso danés”, dijo con alegría su nieto César.
Contó que él era enfermo con el café, siempre había que dárselo en la mañana, en la tarde y a todas horas.
No le gustaba pelear ¿Clave de la felicidad?
“Algo que hay que resaltar de nuestro abuelo es la forma tranquila en la que vivió, nunca tuvo inconvenientes con ningún vecino y siempre nos decía: “Mantengase unidos, la vida no es para estarse peleando”, murió con una gran paz interior” , agregó.
Dijo que Jaimito nunca estuvo en cama postrado, excepto los últimos dos días de su larga vida.
Su familia dice que murió de una trombosis, que le durmió un lado de su cuerpo y que debido a su avanzada edad se produjo el deceso.
Todos en el pueblo de Hondo Valle saben decir algo de don Jaimito. La señora Glena Carol, amiga y modista de la comunidad quien vive a escasos metros de la casa de don Jaimito, expresó que la calidad humana que le caracterizaba era inigualable.

Vivió las dos intervenciones estadounidenses en el país,  los regímenes de Ramón Cáceres y Horacio Vásquez, la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Molina, los gobiernos de Joaquín Balaguer y  murió el pasado jueves en la actual democracia.
Jaime (Jaimito) Vicente nació el primer mes del año uno del siglo XX (1901), en Hondo Valle, provincia Elías Piña.
Era el dominicano con mayor edad que quedaba con vida ya que este 28 de enero de 2019 iba a cumplir 118 años de edad.
De acuerdo a un comunicado enviado a este medio, solo Jeanne Calment, de Francia, con 122 años, y Sarah Knauss de Estados Unidos, con 119 años, eran más viejas que el dominicano.  
Jaimito competía con otros siete ciudadanos de Japón, Estados Unidos, Canadá Jamaica e Italia, que duraron más de 117 años.
A pesar de que Hondo Valle es un municipio pegado a la frontera con la República de Haití, caracterizado por la pobreza extrema, no impidió que uno de sus ciudadanos se conservara lúcido y casi productivo hasta avanzada edad.
El fallecido dejó una legión familiar y constituyó un referente moral para su municipio.
Otro caso notorio
En junio de 2013, Antonio Vivilí Chula Mía, falleció a los 113 años edad en la provincia Puerto Plata.
En aquel momento, sus hijos Fernando y Raymundo Vivilí explicaron que, a pesar de su avanzada edad, su padre tenía facilidad para poder coordinar aún sus palabras y, hasta el día de su muerte, tenía como costumbre acostarse a las 20.00 horas y levantarse a las 05.00 horas de cada día, para, a continuación, dirigirse a su tienda.
Sus familiares recordaron en aquella fecha que el Vivilí siempre aseguraba que para llegar a una larga vida hay que levantarse temprano, estar siempre alegre, tomar las cosas con calma y hacer favores a las personas que los necesiten, siempre y cuando esté dentro de las posibilidades. 

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