La policía detiene a más de 700 personas en Francia en una nueva jornada de manifestaciones en la que París ha cerrado comercios y monumentos por temor a nuevos actos vandálicos
La policía francesa ha realizado más de 700 arrestos por “participación en grupo con vistas a preparar actos de violencia contra personas o destrucción” (581 de ellos en París), además de haber interrogado a más de 400 personas, en la cuarta jornada de protestas de los chalecos amarillos en Francia. Las cifras ya son mayores que en los sábados anteriores aunque no se han producido incidentes graves. Los antidisturbios han realizado algunas cargas en los Campos Elíseos de París, epicentro de las protestas hoy en Francia, donde miles de manifestantes corean "¡Macron dimisión!" y entonan La Marsellesa.
El país amaneció bajo un clima de tensión tras los graves enfrentamientos producidos en la capital francesa los pasados sábados. La ciudad ha cerrado la mayoría de sus museos y monumentos, de la Torre Eiffel a la catedral de Notre Dame o el más alejado Panteón. También muchos teatros y la ópera han cancelado sus espectáculos ante el temor a grandes disturbios, en unas protestas que han puesto el foco en el presidente Emmanuel Macron y las élites políticas y económicas.
Las retenciones en el peaje de Biriatou habían aumentado a siete kilómetros a las dos de la tarde y en la localidad guipuzcoana de Irún continúan 'chalecos amarillos' impidiendo el paso de camiones a Francia, según ha confirmado el Departamento de Seguridad a Europa Press. Las mismas fuentes han indicado que los primeros problemas han empezado pasadas las nueve y media de la mañana cuando han comenzado las primeras retenciones, de medio kilómetro. A las dos de la tarde eran ya de siete kilómetros y el carril derecho de la AP-8 está ocupado por camiones, mientras el izquierdo estaba libre para la circulación de turismos. Sobre las once menos cuarto, chalecos amarillos, que celebran este sábado una nueva jornada de protestas en Francia, se han colocado en la rotonda de Behobia en Irún para impedir el paso de camiones al país galo y a las dos de la tarde continuaban en ese punto, mientras que agentes de la Ertzaintza intentaban que los camiones circularan hacia Francia.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a través de Twitter, dice que el Acuerdo de París "no está funcionando" para la capital francesa. "La gente no quiere pagar grandes sumas de dinero, la mayoría para países del tercer mundo, para proteger el medio ambiente". El mandatario ha añadido: "Cantan '¡queremos a Trump!' Amo a Francia". Sin embargo, el cántico generalizado hoy es el que pide la dimisión de Macron.
El tráfico de camiones entre España y Francia, paralizado por los chalecos amarillos.
Una imagen de nuestro tiempo. Las protestas de los chalecos amarillos vista desde un restaurante de comida rápida.
ÚLTIMA HORA | Más de 700 detenidos en Francia, 575 de ellos en París. Según el secretario de Estado de Interior, Laurent Nuñez, 31.000 personas participan en las protestas en el país, 8.000 de ellas en la capital francesa.
Un amplio dispositivo policial impide el paso al Arco del Triunfo, dañado en las protestas de los chalecos amarillos el pasado sábado.
En Limoges, los chalecos amarillos han entrado en la estación de tren para protestar.
En la plaza, una espesa columna de humo negro penetraba en la garganta y oscureció los ornamentos dorados del Palais Garnier de la Ópera de París. Uno de esos adornos históricos, frente al exclusivo Café de la Paix, fue incendiado por los manifestantes que se tomaron las calles de París. Algunos protestaron contra la política fiscal y social del gobierno, otros llegaron para enfrentarse con la policía.
Todas las entradas de este café, una institución parisina, fueron cerradas cuando algunos clientes acudían en apuros a buscar refugio, escondiéndose de las barricadas detrás de la carpintería en caoba. "Está cerrado", lanzaba un mesero a una gran número de turistas que esperaban para protegerse allí.
"No sabemos si estamos seguros o no. Es angustiante", dijo no muy lejos del café y de la Ópera Giselle Rosano, una brasileña de 36 años que vive en Berlín. Un policía con casco acababa de ordenarle que se marche, un grupo de "agitadores" se dirigía hacia el área.
"Pensamos que solo los Campos Elíseos estaban concernidos" en la protesta, dijo la joven, sobre la famosa avenida donde comenzaron los enfrentamientos a primera hora de la mañana y la tarde del sábado vivió escenas de batalla urbana.
Al abrigo de la llovizna otoñal, bajo el toldo de un restaurante, un par de turistas alemanes miraban con asombro a un París transformado. Pasaban los bomberos sonando las sirenas, un helicóptero sobrevolaba muy cerca y las granadas de gases lacrimógeno estallaban a lo lejos.
"El metro está cerrado en Ópera y Concorde, no vemos un autobús, no sabemos cómo llegar a nuestro hotel en el Barrio Latino", dice Brgit Moeller-Wolf, una funcionaria jubilada de 61 años. "Huele mal, tuvimos que interrumpir nuestro paseo, para los turistas es desagradable".
Llegó el jueves para visitar París con su esposo Joachim Wolf, de 64 años, y una pareja de amigos. Todos parten el domingo.
"Habíamos visto en la televisión las manifestaciones del fin de semana pasado pero pensamos que se había terminado", dijo sorprendida.
- "Da miedo" -
"París de pie, levántate", gritaron unos cuantos manifestantes con chalecos amarillos a pocos metros de distancia. Algunos bloqueaban voluntariamente el acceso de los bomberos para extinguir el fuego, otros insistieron para dejarlos pasar.
Un poco más lejos, frente a los grandes almacenes en el bulevar Haussmann, se vieron escenas surrealistas. Las furgonetas de la policía se alinearon frente a las ventanas y puertas de las Galeries Lafayette, cerradas para compradores, pero decoradas con guirnaldas de luces que fascinaban a los niños que habían venido de compras con sus padres. Los agentes de policía se desplegaron y bloquearon ese bulevar, de los más concurridos en la ciudad.
Muchas personas partían defraudadas al ver que las grandes tiendas estaban cerradas, justo este fin de semana que suele estar repleto por las primeras compras de Navidad.
Entre los turistas de esta zona, una estadounidense que se negó a dar su nombre confesaba que todo el caos de los alrededores "da miedo".
"Esto afecta la imagen de todo el país", dijo Carlos Lino, un ingeniero neoyorquino de 60 años de edad de origen ecuatoriano que vino a comprar con su esposa y su hijo y se encontraron con las persianas bajas de todas las tiendas del barrio comercial.
En una parada de autobús, una joven turista cargada con una maleta pesada estaba esperando desesperadamente el autobús hacia el aeropuerto de Roissy-Charles-de-Gaulle. No hay tren, ni metro, ni autobús, uno que otro taxi, y su avión despega en menos de cuatro horas. "No sé qué hacer, es estresante", lamentó.
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