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Estos son los trucos que usa tu cerebro para engañarte (y caes en ellos a diario)

El cerebro humano es posiblemente la obra de ingeniera imperfecta más impresionante que exista. Está tan bien construido, que es capaz de hacernos pensar a cada ser humano de una manera totalmente diferente, arbitraria, y en la mayoría de ocasiones, errónea, y que todos pensemos que tenemos razón.
Y es que cuando se trata de entender la realidad, a veces la mente humana encuentra una serie de extraños (y erróneos) caminos. En lugar de ser un instrumento de la razón, el cerebro humano es ante todo una herramienta adaptada para la eficiencia y la supervivencia de cada uno.
Esto a veces significa procesar la información de una manera racional un tanto fría, aunque a menudo significa distorsionar los hechos para preservar la marca particular de la realidad. Como resultado de ello, nuestras mentes están sujetas a una gran cantidad de “errores” a los que la psicología moderna se refiere como sesgos cognitivos
Estos son los más comunes, aunque supongo que muchos no los tienen… porque tendrán unos mejores.

Seguro que es así, porque casualmente es lo que creo


O el denominado como sesgo de confirmación. Si hubiera una lista top de sesgos, este sería sin duda el primero de todos. El sesgo de confirmación es uno de los agujeros más grandes en nuestra ropa interior cognitiva. El pensamiento humano está fundamentalmente predispuesto a buscar pruebas que confirmen una creencia preexistente mientras se ignora la evidencia que la contradice. 
Es tan alucinante este sesgo, que aunque nueve de cada diez ejemplos puedan mostrar que el champú no causa la calvicie, con que una persona crea lo contrario esta tendrá la extraordinaria habilidad de acudir al décimo ejemplo como valor seguro y olvidarse del resto, o simplemente nunca se pondrá en una posición en la que podría encontrar ejemplos contradictorios.
Por tanto, incluso una creencia a la que se llegó por razones triviales e ilógicas es extraordinariamente difícil de disipar. Y pasa cada día a todas horas.

Cuando te das cuenta que los incompetentes se creen más especiales

No falla, un clásico conocido como efecto Dunning-Kruger o “por encima de la media”. Este describe el fenómeno donde los individuos se califican a sí mismos como “por encima del promedio” en casi cualquier habilidad en la que tengan interés (y que normalmente no se ajusta a la realidad).
Observando que parecía un poco descabellado que todo el mundo pudiera estar por encima de la media, los investigadores analizaron las razones y llegaron a una conclusión preocupante: cuanto más incompetente es una persona en una tarea, más hábil tiende a pensar que es.
La razón para esto parece ser bastante simple. Alguien que es pésimo en una habilidad en particular no solo no tiene la capacidad de realizar esa habilidad, sino también la capacidad de evaluar con precisión el rendimiento de sí mismo o de cualquier otra persona. Sin una sólida retroalimentación externa, la mayoría de la gente supone que lo está haciendo bien.
Quizás aún más angustioso que todo eso, los tipos que realmente son los mejores en una tarea tienden a subestimar su desempeño en comparación con los demás, asumiendo erróneamente que sus compañeros son mucho más hábiles de lo que realmente son.
Juntos, estos dos efectos pueden hacer que la autoevaluación sea una métrica prácticamente inútil.

Yo sé lo que piensas porque pienso que sé lo que piensas


En este caso toca hablar del falso efecto de consenso, la tendencia de los individuos a suponer que los demás piensan y actúan de la misma manera que ellos. Se aplica a cosas tales como opiniones, patrones de pensamiento, actitudes y comportamientos.
Esencialmente, el consenso falso es una expresión de la incapacidad completa de la persona promedio para comprender los procesos de pensamiento de otra persona. Para que nos hagamos una idea del poder tan absurdo de este efecto, es tan poderoso que los sujetos a los que se les pide que imaginen a alguien con una actitud u opinión diferente a menudo se imaginan a la otra persona como mentalmente deficiente o engañada.
Este sesgo limita severamente la capacidad de los humanos para comprender o predecir el comportamiento de los demás.

La culpa nunca es mía, es del resto



No puede ser de otra forma, le toca el turno al sesgo egoísta, la tendencia de las personas a atribuir sus éxitos a sus propias habilidades y rasgos de personalidad, mientras que culpan a sus fallos de los factores externos. 
Mientras tanto, el error de atribución fundamental hace que las personas culpen a los errores de otros en las personalidades de esos individuos. Por tanto, cuando alguien llega tarde al trabajo, tiende a culpar al tráfico, a la alarma o al equinoccio de primavera.
Por cierto, la situación se revierte repentinamente cuando es el compañero de trabajo el que llega tarde.

A partir del próximo año empiezo el gimnasio



El último de los sesgos trata algo que nos ocurre muy a menudo. Lo cierto es que durante mucho tiempo se ha observado que los humanos generalmente favorecemos las acciones a corto plazo sobre los beneficios a largo plazo. A medida que las cosas se vuelven más peligrosas cuanto más miramos hacia el futuro, nuestros cerebros reducen la importancia de ese futuro incierto en nuestra toma de decisiones.
Este sesgo se llama descuento hiperbólico, y es la razón por la cual muchas personas asumen compromisos futuros lejanos que nunca aceptarían si requerían una acción inmediata. ¿Por qué los compradores se sacan préstamos imprudentes para hacer compras de forma inmediata en lugar de ahorrar su dinero? ¿O por qué un gran número de los pacientes de corazón ignoran los consejos de sus médicos para hacer cambios en el estilo de vida, incluso cuando sus vidas están en juego?
Este exceso es muy sencillo de explicar cuando pensamos en aquellos excesos que realizamos, y que sabiendo que son malos para el organismo, nos ponemos una meta para dejarlo a largo plazo.

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