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La última gran extinción no sucedió de repente: hubo indicios previos, y están volviendo a ocurrir

Hace 251 millones de años se produjo un evento conocido como La Gran Mortandad o extinción masiva del Pérmico-Triásico. Barrió de la faz de la Tierra al 96% de las especies marinas y al 70% de las terrestres. Un nuevo estudio geológico ha descubierto un dato inquietante sobre esa extinción masiva.
La extinción masiva del Pérmico-Triásico tuvo su origen en una serie de erupciones volcánicas masivas en lo que hoy es Siberia que lanzaron tal cantidad de ceniza y polvo a la atmósfera que alteraron de manera irreparable la mayor parte de ecosistemas. No es la primera vez que ocurre algo semejante en el planeta, y no será la última. Las extinciones masivas no son el final de la vida en la Tierra (la naturaleza que contemplamos hoy es buena prueba de ello) pero definitivamente no se trata de un evento por el que ninguna especie de animales quiera pasar, y eso nos incluye a nosotros.
El caso es que, durante décadas, se pensaba que las extinciones masivas como la Gran Mortandad son fenómenos que suceden sin previo aviso. Un buen día tiene lugar un cataclismo de proporciones planetarias y la vida paga un alto precio. Resulta que no es así. Hay indicios previos, y seguramente te parecerán muy familiares.
Un equipo de paleobiólogos alemanes ha estado analizando por primera vez fósiles de amonitas hallados en Irán. Lo que han descubierto es que el planeta comenzó a dar indicios previos al cataclismo cientos de miles de años antes de que tuviera lugar. Entre esos indicios de hace algo más de 250 millones de años se aprecia un calentamiento global, acidificación de los océanos, y reducción de los niveles de oxígeno en la atmósera.
A día de hoy el planeta experimenta esos tres mismos síntomas. Se puede debatir que, en esta ocasión, los tres factores se deben a la intervención del ser humano, pero lo cierto es que no son los únicos. Otros estudios anteriores a este ya llaman la atención sobre la posibilidad de que estemos ante el arranque de los engranajes de una nueva extinción masiva.
Un análisis geoquímico de 2015 compara los índices de deterioro medioambiental actual con los de los siglos anteriores a la extinción masiva del Pérmico-Triásico. En otro documento hecho público el mismo año los niveles de actividad geológica de las corientes de magma antes, durante y después del evento de extinción también coinciden con las actuales. En los últimos años la vida marina se ha reducido un 15% debido al cambio climático. Esa misma reducción tuvo lugar antes del evento del Pérmico-Triásico.
¿Significa esto que debas salir a la calle a correr en círculos con una pancarta que diga El fin está cerca? Pues no. Los procesos geológicos siguen un reloj increíblemente lento si lo comparamos con nuestras cortas vidas sobre este planeta. Si ahora la Tierra experimenta los mismos síntomas significa que muy probablemente ocurra algo cataclísmico dentro de cientos, o miles, o cientos de miles de años. Si hay que sacar alguna moraleja de este nuevo estudio, es que cuando científicos como Stephen Hawking decían que nuestra única esperanza como especie es colonizar otros planetas no lo dicen por llamar la atención. Es que la Tierra no va a ser nuestro acogedor hogar para siempre. [Geology y FAUvía Science Alert]

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