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Una competición tan peligrosa que el 85% de los que lo intentaron murieron: récord de velocidad sobre agua

De entre todas las competiciones deportivas que existen, ninguna se acerca a los niveles de peligrosidad de aquellos que buscan el récord mundial de velocidad sobre el agua. Con una tasa de fatalidad aproximada del 85% desde 1940, la prueba es mucho más que una competición deportiva.
En realidad, detrás de esta modalidad hay una mezcla de conceptos e ideas. La primera, y probablemente la más sencilla de explicar, tiene que ver con esa búsqueda incansable del hombre por superar pruebas y registros anteriores.
Además, el récord mundial de velocidad sobre el agua tiene otro récord ligado igual de importante para el hombre: el de construir el bote o sistema más rápido sobre la superficie.

La carrera por el récord


Al igual que con los coches, existe una larga historia de corredores de embarcaciones en torno al récord de velocidad de agua que se remonta a principios de 1900. Hasta 1911, los registros mundiales en la modalidad se mantenían en sistemas propulsados ​​a vapor y ​​por hélice.


La carrera por ser el “más rápido del mundo” se intensificó en las décadas de 1920 y 1930, cuando Lord Wakefield, el presidente de la compañía británica Castrol Oil, se propuso llevarse el premio del famoso piloto norteamericano Gar Wood y su barco Miss America



El 13 de junio de 1930 logró el éxito: Miss England II, con Sir Henry Seagrave, alcanzó una velocidad de 158 km/h. 



El título sería de ida y vuelta entre Estados Unidos e Inglaterra durante la siguiente década. Dos corredores británicos murieron antes de que Gar Wood recuperara el título en Estados Unidos, cuando su nueva Miss America X alcanzó los 200 km/h con cuatro motores de avión Packard sobrealimentados el 20 de septiembre de 1932. 

En 1911, la “motonave” Dixie IV, diseñada por Clinton Crane, se convirtió en la primera propulsada por gasolina en romper el récord de velocidad del agua. 

Unos años antes, Alexander Graham Bell y el ingeniero Frederick W. Baldwin habían comenzado a experimentar con motos acuáticas, lo que dio en 1919 a un nuevo récord en la modalidad: Baldwin pilotando su hidroplano HD-4 estableció un nuevo récord de 114 km/h.

En la década de 1940 hay que hacer un alto. Llegaron los motores a reacción y el nivel de peligrosidad se elevó manteniéndose hasta la actualidad. Los británicos y los estadounidenses mejoraron la tecnología de los motores de los barcos y el diseño del casco en los siguientes 50 años.
En realidad, ningún otro país presentó un desafío a su supremacía en el récord de velocidad del agua hasta 1977, con la llegada de un nuevo campeón: Ken Darby.

El 20 de noviembre de 1977, un australiano desconocido, Warby, batió el récord mundial parando el crono en 464 km/h usando un sistema que había construido en su patio trasero y sin patrocinadores (el Spirit of Australia). Después de romper el récord mundial, Warby encontró los fondos necesarios para mejorar aún más el diseño de su bote y romper su propio récord un año después con una increíble velocidad de 511 km/h, una verdadera burrada.
Desde entonces, el récord de Warby se ha mantenido, a pesar de los muchos intentos (fatales) por vencerlo. Docenas de corredores han muerto intentándolo, como por ejemplo el norteamericano Lee Taylor, quien en los 80 y con 45 años falleció al desintegrarse por completo su Discovery II propulsada por cohetes a reacción. Cuentan que el hombre iba a 580 km/h en el momento del accidente.

Otro caso conocido fue el de Craig Arfons, hijo de Walt Arfons, constructor del primer automóvil a reacción del mundo. Craig intentó el registro en su X Challenger, pero murió cuando el hidroavión dio un salto mortal a 483 km/h.
Sin embargo, y a pesar de la alta tasa de mortalidad, el récord sigue siendo codiciado por los entusiastas de las embarcaciones y las carreras. Si alguna vez tienes la oportunidad de ir en una lancha o bote a motor alcanzando siquiera los 90 km/h, acuérdate de Warby, quien hace casi 40 años vivió para contar que alcanzó los 500 km/h sobre al agua. Desde entonces, nadie ha podido superarlo. [Wikipedia]

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