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Fluoroscopía de un gato, la técnica que permite ver el interior de un ser vivo en movimiento

¿Alguna vez has visto un gato por dentro? No, no hace falta que diseccionemos al pobre minino ni lo sedemos para meterlo en una máquina de rayos x. Basta con esperar a que el gatito pase por delante del sensor de un fluoroscopio para obtener imágenes tan increíbles como esta.
Pero ¿Qué es un fluoroscopio?
Los orígenes del fluoroscopio son comunes a los de las máquinas de rayos-X porque, en esencia, son el mismo dispositivo basado en las observaciones de Wilhelm Röntgen en 1895. El mismísimo Edison experimentó con fluoroscopios a comienzos del siglo XX.
En aquél entonces se creía que los fluoroscopios, capaces de tomar imágenes de rayos X en movimiento, sustituirían a las radiografías obtenidas mediantes escáneres de rayos-X que tomaban imágenes estáticas, pero no fue así por un motivo: obtener placas de rayos X era mucho más sencillo. La posibilidad de grabar las imágenes de un fluoroscopio en vídeo no llegó hasta bien entrados los años 50. En los 60, la técnica pasó a ser digital. Hasta entonces, las fluoroscopías no pasaron de ser una curiosidad científica con poca aplicación práctica en el ámbito médico.












Fluorescencia de tórax en los años 40. Foto: Wikipedia

Los fluoroscopios funcionan como los escáneres de rayos X con una diferencia, en lugar de depositar la imagen sobre un material fotosensible, se emplea una superficie con fluorescencia que reacciona de manera dinámica a las variaciones en el haz de rayos x, a medida que este atraviesa diferentes tejidos de un objeto u organismo.

Hay vídeos de fluoroscopía fascinantes, como este de un perro bebiendo agua:
Este de una persona ingiriendo alimentos:

O este de una persona cantando y tocando un instrumento

El problema de esta técnica de imagen es el mismo del de las radiografías convencionales. Los rayos X son radiación ionizante que puede dañar seriamente el ADN de las células si no se aplica de manera muy controlada. 

La fluoroscopía tiene un problema adicional, y es que precisa de un haz constante de rayos X para obtener el vídeo, por lo que la dosis que emite sobre el organismo es mayor. 

Desde los años 50 hay mecanismos que reducen esta dosis de radiación, pero sigue siendo excesiva como para que sea recomendable extender los vídeos grabados mediante esta técnica a más allá de unos segundos.

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