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Cómo Bill Clinton perdió los códigos para iniciar un ataque nuclear (y jamás se encontraron)

Ocurrió sobre el año 2000, cuando Bill Clinton era presidente de Estados Unidos. Durante varios meses, los códigos nucleares que se incluyen en ese maletín negro que acompaña al jefe de la Casa Blanca para activar un ataque se habían perdido. Sorprendentemente, jamás los encontraron.
Hace unos días hablamos del denominado como “nuclear football”, el “maletín de emergencia del presidente” que le permite comunicarse con el Centro de Comando Militar Nacional en el Pentágono, el cual monitorea las amenazas nucleares en todo el mundo y puede ordenar una respuesta instantánea.
Dicho maletín también proporciona al comandante en jefe un menú simplificado de opciones de ataque nuclear, permitiéndole decidir, por ejemplo, si destruir a todos los enemigos de Estados Unidos de un solo golpe, o limitarse a destruir áreas individualmente.
Además, junto al maletín existe una pieza de plástico del tamaño de una tarjeta de crédito que contiene los códigos que se necesitan para ordenar el lanzamiento de armas nucleares. Se supone que el presidente debe llevarla cerca en todo momento por uno de los cinco ayudantes militares que representan a cada rama del ejército. Se supone, ya que con Clinton en la Casa Blanca, ocurrió algo insólito.
Lo contó el general Hugh Shelton, que fue presidente del Estado Mayor de octubre de 1997 a septiembre de 2001, en su autobiografía, Without Hesitation: The Odyssey of an American Warrior.
Al parecer, sobre el año 2000 un miembro del departamento del Pentágono que era responsable de todas las piezas del “proceso nuclear” fue enviado a la Casa Blanca para examinar físicamente los códigos y asegurarse de que eran correctos, un procedimiento necesario que ocurre cada 30 días. De hecho, el conjunto de códigos debía reemplazarse completamente cada cuatro meses.
Un asistente presidencial le dijo a ese funcionario que el presidente Bill Clinton tenía los códigos, pero estaba en una reunión importante y no podía ser molestado. 
El asistente le aseguró al oficial que Clinton se tomaba el tema de los códigos muy en serio y que los tenía cerca. El oficial se quedó dudando, pero aceptó la excusa y se fue. 
Cuando tuvo lugar otra inspección el mes siguiente, dicho funcionario estaba de vacaciones, por lo que el Pentágono envió a otra persona a la Casa Blanca. 
El oficial recibió la misma excusa: el presidente está muy ocupado, pero se toma los códigos muy en serio y los tiene a mano. Según escribe Shelton:
Esta comedia de errores continuó hasta que finalmente llegó el momento de recopilar el set actual y reemplazarlo con una nueva edición. En ese momento nos enteramos de que el asistente no tenía idea de dónde estaban los códigos viejos, porque habían estado desaparecidos durante meses. El presidente nunca los tuvo consigo, aunque supuso que estarían cerca.
Así que, técnicamente, existen unos códigos que eran capaces de activar un ataque nuclear en paradero desconocido. Los códigos se cambiaron por otros, y rápidamente se modificó el sistema para que algo así no volviera a ocurrir.
Desde entonces, el proceso exige que el funcionario del Departamento de Defensa que visite la Casa Blanca tiene que ver físicamente los códigos, esperando allí para hacerlo todo lo que sea necesario, y por mucho que el presidente diga que se lo toma “muy en serio”. [BusinessInsider]

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