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Por qué una persona puede estar muerta aunque siga respirando

¿Se muere cuando el corazón deja de latir, cuando el cuerpo se enfría o bastará con saber que ya no vas a despertar nunca más? La muerte no es un suceso automático, sino más bien un proceso, y en verdad se pueden morir hasta tres veces en un solo fallecimiento. Estas son las diferencias entre la muerte clínica, la muerte encefálica y la muerte biológica.
La muerte clínica, más conocida como paro cardiaco, se produce cuando el corazón deja de latir. Cuando se busca el pulso y no se encuentra, pueden pasar dos cosas: el corazón puede reanimarse si se aplica la reanimación cardiopulmonar (abreviado RCP) o se conecta a una máquina de respiración asistida, para suplir las funciones cardiacas de manera artificial hasta que se puedan restablecer las naturales. O, si esto no se hace, a los órganos para de llegarles oxígeno y empiezan a morir.
Si nadie suple a respiración, de todas formas, el flujo sanguíneo es grande y aún conservará carga de oxigeno durante un tiempo limitado. En realidad no te “mueres del todo” al segundo de perder el pulso. Te has muerto una vez, ‘cardiácamente’, pero de esta se puede volver.
Desde que el corazón deja de latir hasta que la persona esta biológicamente muerta, es decir, todas las células han dejado de funcionar, la última forma de morirse, pueden pasar horas. Pero, en medio, se producirá una muerte más: la muerte encefálica. Esta sí se considera un punto de no retorno. Y estarás muerto, aunque estés “respirando”.






Imagen: partes del cerebro. Fotografía cedida en la entrevista.

Cuando al cerebro deja de llegarle oxigeno ya no vuelve a funcionar. Muchos órganos a los que les ha faltado “alimento hasta apagarse” podrían intercambiarse; no obstante, y de momento, con el cerebro no se puede hacer. Así, una vez al cerebro le ha faltado tanto oxígeno que ya no funciona, no hay nada que hacer.
“La mayoría de los países, adoptan el concepto de ‘muerte encefálica global’ o de ‘todo el encéfalo’ definida como el cese irreversible de todas las funciones de las estructuras intracraneales (los hemisferios cerebrales, el tronco del encéfalo, y el cerebelo)”, afirma para Gizmodo en Español José Miguel Pérez Villares, Médico especialista en Medicina Intensiva y Coordinador Sectorial de Trasplantes. “Para que sea posible fallecer en muerte encefálica, es necesaria una máquina de respiración asistida. Cuando cesan de modo irreversible las funciones del encéfalo el ser humano fallece. Al estar conectado a respiración asistida, enviamos oxígeno al corazón, y este órgano todavía puede seguir funcionando durante algunas horas, pero el ser humano ya ha fallecido”.
La imagen que nos da José Miguel para entenderlo mejor es la de una flor cortada: “Sería como una flor que cortamos y dejamos en un jarrón con agua, la flor solo va a seguir bonita y con fragancia durante las horas que le permita el agua de la jarra, pero la flor ya está muerta”, explica.






Imagen: Elijah O’Donell .

Quedan unas pocas cuestiones más por debatir, por supuesto. Es fácil creer que si a la persona le late el pecho no está muerta. Que en algún punto aleatorio la sangre podría llegar al cerebro y este podría ponerse espontáneamente en marcha. Y, además, el cerebro es complicado; cómo saber que efectivamente tanto los hemisferios cerebrales como el tronco del encéfalo y cerebelo están “apagados”.
Pues, están seguros. Se basa en que el paciente no responde ante estímulos dolorosos intensos, tiene ausencia de todos los reflejos de los nervios, que nacen del tronco craneoencefálico, y tampoco se detecta flujo sanguíneo.
“Constatamos el coma arreactivo con pruebas como electroencefalogramas o potenciales evocados que demuestran que no hay actividad eléctrica cerebral. Y pruebas de flujo como arteriografía, ecografía transcraneal, tomografía con angiografía cerebral, etc… que demuestran que no hay flujo sanguíneo dentro del cráneo”, confirma José Miguel. “Se deben realizar dos exploraciones con un tiempo de observación entre ellas a fin de asegurar la irreversibilidad del proceso” amplía.






Imagen: Jesse Orrico.

Si el paciente está en muerte encefálica, está muerto, del todo. A partir de ahí no existe “terminar de morirse”, no existe “morirse completamente”. Da igual que esté “respirando” o que nos lo parezca, está muerto, no hay retorno. “Cuando el paciente ha fallecido en muerte encefálica, no puede reanimarse, no puede resucitarse. Recuerda que hablamos de cese irreversible de la función encefálica. Lo del trasplante de cerebro es ciencia ficción”, amplía José.
Dado que no hay forma de revertirlo, igual que la flor no es posible volverla a plantar, se está cuanto mucho artificialmente ganando tiempo. ¿Por qué se hace? Para confirmarlo en primer lugar, porque el cuerpo actúa como “contenedor” de los órganos y en caso de que el paciente sea donante hará más fácil el transplante, y para permitir a la familia un duelo, pero poco más. A la persona se la mantiene, de hecho, artificialmente caliente con mantas eléctricas o con sueros intravenosos calientes porque hasta la temperatura es regulada por una parte del encéfalo, llamada hipotálamo.
La vida del ser humano está en su encéfalo, en el corazón solo está la vida de los poetas… Se puede estar muerto y parecer estar respirando, se puede parar de respirar y aún estar vivo, en parte, y se tarda en realidad mucho en morir hasta la última célula. Aunque para nosotros la vida sea un segundo, no es para nada una linea fina, en realidad es un proceso muy largo y muy complicado.

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