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Crecen las resistencias a los fármacos frente al VIH en los países en vías de desarrollo

La eficacia de las terapias antirretrovirales frente al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha posibilitado que, a día de hoy, las personas con VIH puedan vivir muchas décadas tras haber contraído la infección. Un avance muy, pero que muy significativo que, además, resulta totalmente necesario para poner fin a una pandemia que ya se ha cobrado más de 35 millones de vidas. Sin embargo, hay un problema que podría echar por tierra todos los esfuerzos para evitar las muertes asociadas al VIH/sida y prevenir su expansión: las resistencias farmacológicas. Y es de que de nada sirve un fármaco que no funciona. Un problema que, si bien parece ‘controlado’ en el mundo occidental, es cada vez más común en los países en vías de desarrollo. De hecho, y como alerta un estudio dirigido por investigadores del Colegio Universitario de Londres (Reino Unido), la tasa de resistencias farmacológicas en la población que va a iniciar o ‘reiniciar’ la terapia antirretroviral de primera línea frente al VIH se establece ya en torno a un 10% en África, Asia y Latinoamérica.
Como explica Ravindra Gupta, director de esta investigación publicada en la revista «Lancet Infectious Diseases», «los tratamientos para el VIH han mejorado de forma abrumadora en los últimos años, y cerca de 21 millones de personas reciben a día de hoy terapia antirretroviral. Pero para acabar con la epidemia del sida como amenaza para la salud pública, primero tenemos que minimizar las resistencias a los fármacos. Así, nuestros resultados muestran la necesidad de mejorar la manera en la que monitorizamos las resistencias farmacológicas y sugieren que deberíamos revisar qué fármacos son incluidos en las terapias de primera línea frente a la infección».

Problema creciente

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda como terapia de primera línea frente al VIH la administración de un inhibidor no nucleósido de la transcriptasa inversa (NNRTI) en combinación con un inhibidor nucleósido de la transcriptasa inversa (NRTI). Un tratamiento muy eficaz para controlar la infección pero que, como sucede con cualquier terapia frente a un virus, no se encuentra exento de perder progresivamente su poder. ¿La razón? Que el VIH mute y sea capaz de evitar el efecto de los medicamentos. O lo que es lo mismo, la aparición de resistencias farmacológicas, sobre todo a los NNRTI.
En el estudio, los autores analizaron dos datos de 56.044 adultos que, residentes en 63 países de vías de desarrollo de África, Asia y Latinoamérica, habían iniciado la terapia antirretroviral de primera línea entre los años 1996 y 2016. Y lo que vieron es que con el paso de los años, la probabilidad de que los pacientes no respondieran al tratamiento había crecido de forma muy notable en todos y cada uno de estos territorios.


Para acabar con la epidemia del sida, primero tenemos que minimizar las resistencias a los fármacos

Concretamente, el mayor incremento de resistencias a los NNRTI se observó en África, con un crecimiento anual del 29% en la región oriental del continente y del 23% en la meridional –en la que la tasa total de resistencia a estos fármacos creció 1,8 puntos en el periodo 2015-2016–. Por el contrario, el menor incremento, de ‘solo’ un 11% anual, se localizó en Asia.
Entonces, y una vez transcurridos todos estos años, ¿cuál es la tasa total de resistencias frente a los NNRTI? O dicho de otra manera, ¿cuál es la probabilidad de que un paciente recientemente diagnosticado de VIH porte una cepa del virus que no responda a estos fármacos? Pues un 11,1% en el África Meridional, un 10,1% en el África Oriental, un 9,4% en Latinoamérica y un 7,2% en el África Central y Occidental.
Y llegados a este punto, ¿cuál es la situación en el mundo occidental? Pues como reconocen los propios autores, «el estudio no ha tenido en cuenta los países con altos ingresos porque distintos trabajos previos habían mostrado que la resistencia a los NNRTI en estos países se estaba estabilizando e, incluso, disminuyendo».

Más muertes e infecciones

Pero, ¿cómo es posible que las resistencias a los NNRTI estén creciendo de una forma tan acelerada en el mundo en vías de desarrollo? Pues básicamente, porque muchos de los pacientes –hasta un 10-30% en algunas de las regiones evaluadas– que inician el tratamiento ya habían tenido un ‘contacto’ previo con los fármacos. Y no solo porque sus madres los tomaban durante su gestación, sino porque en muchos casos decidieron ‘probarlos’ –con o sin indicación de sus médicos– y luego los dejaron.
Como indica Ravindra Gupta, «muchas personas desarrollan resistencias farmacológicas si inician tratamiento antirretroviral y luego dejan de tomar su medicación, ya sea por razones personales o por problemas de disponibilidad de los fármacos, ciertamente comunes en las regiones en vías de desarrollo. Así, y cuando estos pacientes reinician el tratamiento al cabo de un tiempo, la probabilidad de que respondan es menor y pueden acabar transmitiendo las cepas resistentes a otras personas».
Por tanto, deben adoptarse, y con urgencia, medidas para frenar esta expansión de las resistencias. No en vano, los autores prevén que, de no hacer nada, esta tasa cercana al 10% supondrá 890.000 muertes y 450.000 infecciones adicionales solo en el África subsahariana antes de 2030.
Como concluye Silvia Bertagnolio, «para combatir las resistencias farmacológicas, debemos asegurarnos de que los países están haciendo un buen trabajo a la hora de monitorizarlas y responder a las mismas cuando sea necesario. Las nuevas directrices de nuestra Organización y el plan de acción global tienen por objetivo contribuir a que esto suceda».

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