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Cómo funciona la montaña rusa diseñada para matar a sus pasajeros, un viaje eufórico que termina con una muerte indolora

Las montañas rusas nacieron como instrumento lúdico, la idea era pasarlo bien exprimiendo al máximo la euforia y la adrenalina que producen en el cuerpo los giros y aceleraciones de la atracción. ¿Y si construyeran una montaña rusa para matar? La respuesta se llama Euthanasia Coaster.
Ocurrió en el año 2010, momento en que el arquitecto y candidato a doctorado en el Royal College of Art de Londres, Julijonas Urbonas, natural de Lituania, decidió intentar algo que a nadie se le había ocurrido antes, buscaba un método de eutanasia para las personas que incluso pudieran disfrutar.
¿La solución? La Euthanasia Coaster, la cual diseñó y construyó a una escala precisa de 1:500. Se trataba de una montaña rusa que podía acomodar hasta 24 pasajeros, quienes disfrutarían de la atracción más salvaje y letal que un parque de atracciones jamás haya construido, antes de, literalmente, matarlos de manera indolora y eufórica.
¿Cómo? En primer lugar, la montaña rusa lleva a los pasajeros hasta 510 metros de altura, lo que la haría casi 4 veces más alta que la montaña rusa más alta del mundo, la Kingda Ka de Nueva Jersey (Estados Unidos). Luego, los pasajeros caerían en picado por el otro lado alcanzando una velocidad máxima de más de 320 km/h.

Bien, hasta este punto ha sido muy divertido para los pasajeros, suponiendo que les gusten las montañas rusas. Sin embargo, lo que viene después es sin ninguna duda la “joya” de la atracción. Una vez que los vagones tocan fondo, entran en un nuevo circuito cerrado, uno que, a la velocidad a la que los pasajeros irían, ejercería unas fuerzas de hasta 10 G sobre ellos, lo suficiente como para drenar de sus cerebros los nutrientes de vida necesarios y el oxígeno de su sangre.
Como se puede apreciar en las imágenes, son siete bucles salvajes, cada uno más pequeño que el anterior con el fin de mantener las fuerzas de 10 G a lo largo de los bucles. Una sección terrorífica diseñada para durar alrededor de 60 segundos, todo ello sin que la sangre pueda llegar al cerebro y que así se produzca la prolongada hipoxia cerebral (reducido suministro de oxígeno al cerebro), logrando finalmente que los pasajeros mueran.
Según explicó el propio Urbonas, cabría la posibilidad de que su montaña rusa de los horrores no fuera letal al 100%, en cuyo caso, y después de recuperarse del desmayo, el pasajero en cuestión tendría entrada libre para volver a intentarlo en otro turno. Según el arquitecto:
Gracias a la investigación en medicina espacial, ingeniería mecánica, tecnologías de materiales y, por supuesto, la gravedad, el viaje fatal se hace agradable, elegante y significativo.
En teoría, solo las personas que quisieran ser sacrificadas estarían a bordo de la montaña rusa. 

Además, Urbonas también explicaba que el único viaje largo hasta la cima no era solo para generar la energía potencial necesaria, sino también para dar a los pasajeros la oportunidad de considerar su decisión durante un par de minutos a medida que ascienden.

En la parte superior, podían decidir por última vez y bajarse si lo desean. De hecho, de acuerdo con el diseño de Urbonas, la montaña rusa no continuaría bajando hasta que todos los pasajeros a bordo presionaran un botón de “caída”, de lo contrario la montaña rusa simplemente permanecería allí en la cima. Según el arquitecto:
El pasajero tiene unos minutos para contemplar su decisión y su vida en retrospectiva. Encontraría tiempo suficiente para adaptarse a la altura y superar una serie de caídas fatales imaginarias, al tiempo que se da cuenta de que los objetos en el suelo se están haciendo más pequeños ...
El más leve movimiento del vagón provocaría intensos latidos del corazón y escalofríos, y lo más importante, pondría a prueba su decisión. Por lo tanto, la parte superior de la montaña es un lugar ideal para ofrecer la última palabra. 

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