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Las tres mejores ilusiones ópticas del año te van a hacer dudar de la realidad

Ya tenemos los ganadores del Best illusion of the Year Contest, los premios que celebran el ingenio y la creatividad de aquellas ilusiones ópticas más destacadas durante el ejercicio del año. Un aviso: los tres primeros puestos te harán dudar de la realidad que estás viendo.

Tercer puesto: Dynamic Müller –Lyer

Empecemos por el tercer lugar del pódium. Una ilusión bajo el título de Dynamic Müller –Lyer, del artista visual italiano, Gianni Sarcone. Lo que creemos ver: una serie de líneas que crecen y decrecen.
En realidad, las líneas no se hacen más grandes o pequeñas, es una ilusión óptica. Esta demuestra que un segmento puede parecer visualmente más largo o más corto dependiendo del sentido de las flechas en sus extremos. Como vemos en el vídeo a continuación, el punto rojo en el centro de la línea es equidistante de los otros dos puntos rojos, aunque los extremos de la línea visualmente parecen estirarse y encogerse.
Según el propio Sarcone, esto se debe más a un fenómeno fisiológico que un sesgo psicológico. Nuestra atención se distrae por el campo receptivo de las cabezas de la flecha en forma de V, y como consecuencia se produce un cambio ilusorio interior o exterior de los extremos de la línea. 

Segundo puesto: Skye Blue Café Wall Illusión

El segundo puesto a la mejor ilusión del año se lo llevó una obra que ya habíamos comentado hace unas semanas. Lo que vemos: una serie de franjas que parecen estar dispuestas de forma irregular.
En realidad, las franjas de la imagen son todas perfectamente horizontales y perpendiculares entre sí. Como todas las grandes ilusiones ópticas, nuestro cerebro y ojos nos juegan una mala pasada. ¿Cómo? El contraste alterno entre los tonos es lo que engaña a nuestro cerebro.


Primer puesto: Shape from motion only

Obra de los ingenieros Hedva Spitzer, Niv Weisman y Dana Rearosh, se trata de la mejor ilusión óptica del año según el certamen. Lo que vemos: un fondo aparentemente homogéneo en estático que luego descubre unos conejos o una figura bailando cuando hay movimiento.


¿Cómo es posible? Según los propios investigadores, “los objetos y los fondos fueron creados parpadeando y apagando los píxeles, la única diferencia se traduce en las propiedades temporales, donde jugamos con fenómenos estadísticos, formas y tamaños”.
En realidad, lo conseguido es una muestra fascinante de cómo los circuitos del cerebro del movimiento y de la forma son capaces de interactuar para ayudarnos a interpretar los objetos que tenemos a nuestro alrededor. De ahí su importancia. De hecho, el jurado la nombró ganadora por el potencial para ahondar acerca de los mecanismos de nuestro sistema visual. 

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