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Lula afirma que quiere ser candidato presidencial a pesar de condena




El expresidente Luiz Inácio da Silva se defendió públicamente el jueves, tras ser condenado por corrupción y lavado de dinero, al acusar a sus oponentes políticos de tratar de impedir que vuelva a ser presidente.
Un juez federal lo halló culpable en la víspera y lo condenó a casi 10 años de cárcel, aunque el carismático dirigente sigue en libertad mientras apela el fallo.
En un discurso breve y por momentos emotivo, Silva dijo a sus partidarios en Sao Paulo que la corte no tenía pruebas y la condena respondía a motivos políticos.
“Desde este momento quiero pedirle al Partido de los Trabajadores el derecho de ser candidato a presidente”, vociferó.
“¡Lula presidente!”, rugió la multitud.
El expresidente fue acusado de recibir un apartamento frente al mar y reparaciones a la propiedad como soborno de una empresa de construcción, OAS. Silva nunca poseyó el apartamento, pero los fiscales sostienen que la intención era dárselo.
El caso es parte de la investigación por corrupción más grande que se haya realizado en Brasil, y decenas de políticos y empresarios han sido encarcelados. Pero Silva es la figura más importante en ser condenada hasta la fecha, el primer expresidente hallado culpable en un proceso penal, al menos desde la restauración de la democracia en los 80.
Aunque el juez Sergio Moro defendió la decisión afirmando que se basaba únicamente en la ley, Lula tachó el juicio de caza de brujas.
El primer presidente de Brasil de clase trabajadora, condenado a casi 10 años de prisión, permanecerá en libertad mientras se dirime su apelación, pero ahora es el primer expresidente condenado en un proceso penal al menos desde la restauración de la democracia en la década de 1980.
Mientras tanto, el actual presidente, Michel Temer, afronta sus propias acusaciones de corrupción.
“Es muy inusual tener a un expresidente condenado por corrupción y al mismo tiempo a un presidente en el cargo también bajo investigación”, dijo Sérgio Praça, politólogo en la universidad Fundaçao Getúlio Vargas en Río de Janeiro. “Hoy es un momento enorme para la historia brasileña, para bien o para mal”.
Los brasileños han pasado por tres años accidentados conforme la creciente operación “Autolavado” revelaba un nivel de corrupción que ha conmocionado hasta a los más cínicos. Al mismo tiempo, Dilma Rousseff fue impugnada y destituida por gestionar de forma ilegal el presupuesto federal. Y ahora su sucesor, Temer, se ve asediado mientras la cámara baja del Congreso decide si se le suspende y somete a juicio.
La pesquisa se centró en un principio en miembros del Partido de los Trabajadores al que pertenece Lula, pero desde entonces ha derivado en cargos por mala conducta contra políticos de todas las corrientes. Eso ha avivado el descontento contra los privilegiados mientras Brasil lucha con su peor crisis económica en décadas.
Los brasileños toman las calles con frecuencia, ya sea para apoyar a políticos que creen están siendo atacados de forma injusta o para respaldar a los fiscales y jueces que los investigan.
Nadie ha reunido multitudes mejor que Lula.
“Intentará movilizar a su multitud, a su grupo, pero no creo que se haya dado cuenta de que los tiempos han cambiado, de que la batalla no se libra en las calles”, dijo Praça. “La gente está simplemente cansada de todo”.
Unos pocos centenares de seguidores protestaron el miércoles contra su condena en Sao Paulo, y un grupo algo más pequeño también salió para celebrar la decisión de Moro.
El carismático líder dejó la presidencia al final de 2010 con una popularidad por las nubes, tras aprovechar un boom económico para financiar programas sociales que sacaron a millones de brasileños de la pobreza y aumentaron el peso internacional del país más grande de América Latina.
En muchos barrios, Lula sigue siendo venerado tanto por sus políticas económicas como por su papel en la lucha por la democracia durante la dictadura en el país. El líder de 71 años estaba considerado como uno de los favoritos para las elecciones presidenciales del año que viene.
El equipo de defensa de Lula emitió un duro comunicado después del fallo, en el que dijo que los cargos son un ataque a la democracia y prometió probar que el expresidente es inocente.
“El presidente Lula ha sido víctima (…) del uso de la ley para fines políticos, el famoso método que se usó con efectos brutales en varias dictaduras en la historia”, dijeron los abogados.
Lula está acusado de recibir un apartamento en primera línea de playa y reparaciones en la propiedad como sobornos de la constructora OAS. Silva nunca fue propietario de la vivienda, pero la fiscalía afirmó que era para él. La fiscalía también alegó que OAS pagó para almacenar las pertenencias del expresidente, pero Moro rechazó esa parte del caso.
Lula también afronta cargos en otros cuatro casos. Él niega haber hecho algo incorrecto.
Miro dijo que no había ordenado la detención inmediata de Lula porque la condena de un expresidente es un asunto de tal seriedad que creía que debía instruirse primero la apelación.
El caso pasará ahora a un grupo de magistrados. Si respaldan la condena, Silva quedaría inhabilitado para optar a un cargo público. Además de condenarle a nueve años y medio de prisión, Moro concluyó que el político debería ser inhabilitado de cargo público durante 19 años.
La fiscalía que gestionó el caso dijo que apelaría la sentencia para pedir que se aumentara.

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Expresidente de Brasil Lula da Silva, condenado a 9 años y medio de prisión por corrupción y lavado de dinero

Lula, quien fue presidente de Brasil entre 2003 y 2010, sigue siendo uno de los políticos más populares del país.
El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva fue condenado este miércoles a 9 años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Lula da Silva
En concreto, Lula fue hallado culpable de aceptar sobornos de la constructora OAS por US$1,1 millones, un monto que fue dedicado en la reforma y amueblado con piezas de lujo de un apartamento triplex en la localidad costera de Guarujá, en el estado de Sao Paulo.
Lula, de 71 años y presidente entre 2003 y 2010, siempre negó los cargos y se considera víctima de una caza de brujas. Ahora tiene derecho a apelar la sentencia y no irá a prisión mientras dure este proceso.
La sentencia fue dictada por el juez Sergio Moro, quien señaló que la razón para no ordenar el arresto inmediato del mandatario para que apele en libertad es "evitar ciertos traumas".
En cualquier caso, la sentencia de Moro, encargado de las investigaciones sobre la trama de corrupción conocida como "Lava Jato" (autolavado, en portugués), es histórica: por primera vez un expresidente de Brasil es condenado por corrupción.
El caso, que inició alrededor de la petrolera estatal Petrobras, ha acabado salpicando a políticos y poderosos empresarios de Brasil.








Inflable de Lula vestido como presidiario.Derechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionLa operación "Lava Jato" comenzó en marzo de 2014 y ha salpicado a políticos y poderosos empresarios de Brasil.

Según la sentencia de Moro, citada en medios brasileños, el de Lula fue "un delito complejo que implicó la práctica de diversos actos en momentos diferentes".
Además, de acuerdo con el juez, el hecho de que Lula era el encargado de nombrar a los directores de Petrobras, le otorgaba "un papel relevante en la trama criminal".
En varias oportunidades Lula ha adjudicado fines políticos a este proceso judicial e incluso ha negado que el apartamento de Guarujá sea de su propiedad, algo que Moro descartó en su sentencia.

"Lava jato"

La de Lula es la última de las múltiples condenas emitidas en el marco del escándalo desatado en torno a la petrolera estatal Petrobras y que comenzó casi por casualidad en una gasolinera de Brasilia.
Fue en marzo de 2014, cuando la Policía Federal descubrió que, además de las bombas de combustible, el minimercado y la cafetería, en la estación había una casa de cambio que se usaba para lavar dinero.
Poco después se descubrió la relación de la trama con Petrobras.









Sergio MoroDerechos de autor de la imagenREUTERS
Image captionEl juez Sergio Moro se ha convertido en un héroe de los críticos del Partido de los Trabajadores.

Y más tarde, a cambio de beneficios penales, algunos de los que ya estaban siendo acusados empezaron a delatar a otros implicados.
El escándalo fue salpicando a autoridades y empresarios hasta provocar uno de los mayores terremotos políticos del país.
Los fiscales denunciaron que las principales empresas constructoras de Brasil, incluidas gigantes como Odebrecht o Camargo Corrêa, habían formado un cartel para repartirse contratos multimillonarios de Petrobras.
A cambio pagaban sobornos a directores de la petrolera y a medio centenar de políticos de diferentes agrupaciones, incluido el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y aliados.
El dinero desviado oscilaba entre 1% y 3% del valor de los contratos con Petrobras, iba a compañías de fachada que los disfrazaban como pagos por consultorías.
Así, una operación contra el lavado de dinero que se llamó "Lava jato" -que en portugués significa "autolavado" aunque en la gasolinera de Brasilia nadie lavaba autos-, acaba de resultar en la condena de quien fuera uno de los políticos más populares del mundo.

¿Lula 2018?

Según la bancada del Partido de los Trabajadores (PT) en la Cámara de Diputados, Lula "sufre una persecución judicial sin paralelo".
"Está en curso una de las mayores manipulaciones de las que se tiene noticia por cuenta de su trayectoria política y por haber sido el mejor presidente de Brasil", señala un comunicado de la bancada del partido de Lula.
Lula, que sigue siendo uno de los políticos más populares de Brasil, había anunciado recientemente su intención de volver a ser candidato a la presidencia de Brasil en las elecciones de octubre de 2018.
No obstante, si el Tribunal Regional Federal confirma la condena, Lula podría resultar inelegible.









Lula da Silva y Dilma Rousseff abrazados.Derechos de autor de la imagenAFP
Image captionRousseff, la sucesora de Lula en la presidencia de Brasil, fue destituida en agosto de 2016.

Dicho tribunal suele tomarse un año para analizar las apelaciones, por lo que es posible que la decisión judicial llegue en la víspera de la elección presidencial.
Durante sus años de gobierno, el exsindicalista alcanzó tal notoriedad nacional e internacional que el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lo llamó "el político más popular del planeta".
La sentencia de Moro, cuyas investigaciones por el operativo "Lava Jato" han llevado a que algunos lo consideren un posible candidato presidencial, llega en un contexto de profunda crisis política en Brasil.
Dilma Rousseff, la sucesora de Lula, fue sometida a un juicio político y destituida en agosto de 2016 por normas fiscales, maquillando el déficit presupuestal.
Desde entonces gobierna quien fuera el vicepresidente de Rousseff, Michel Temer, que actualmente enfrenta cargos por corrupción pasiva.
Hace tan solo dos semanas, Moro sentenció a 12 años de prisión a Antonio Palocci, un influyente ministro durante los gobiernos de Lula y Rousseff, también por corrupción.

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