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Olvidar puede hacerte más inteligente

¿Cómo se llamaba esa persona que me presentaron la semana pasada? ¿Qué hice con esas hojas que saqué hace unos días de la impresora? ¿A qué anécdota del pasado verano se refieren mis amigos? ¡No me acuerdo! Tener buena memoria significa ser capaz de recordar más información de manera clara durante largos períodos de tiempo. Incluso los neurólogos han estado de acuerdo en que la incapacidad de rescatar de la mente hechos del pasado no era más que un fracaso del cerebro.
(Más información: el método para tener una supermemoria en solo 40 días)
Pero quizás el cerebro escribe recto con renglones torcidos. Investigadores de la Universidad de Toronto en Canadá creen que el objetivo de la memoria no es transmitir la información más precisa a lo largo del tiempo, sino orientar y optimizar la toma de decisiones inteligentes aferrándose solo a la información valiosa. «Es importante que el cerebro olvide los detalles irrelevantes y en su lugar se centre en las cosas que le van a ayudar a tomar decisiones en el mundo real», explica Blake Richards, uno de los autores del estudio que publica la revista especializada Neuron.
Los investigadores creen que el olvido es un componente de nuestro sistema de memoria tan importante como el recuerdo. Además, los mecanismos que lo promueven «son distintos de los implicados en el almacenamiento de información», añade el también autor del estudio Paul Frankland.
Uno de estos mecanismos es el debilitamiento o eliminación de las conexiones sinápticas entre neuronas en las que se codifican recuerdos. Otro, según han comprobado los investigadores en el laboratorio, es la generación de nuevas neuronas a partir de células madre. A medida que las nuevas neuronas se integran en el hipocampo (un área clave para la formación de los recuerdos), las nuevas conexiones remodelan los circuitos del hipocampo y sobreescriben las memorias almacenadas en esos circuitos, haciéndolas más difíciles de acceder. Esto puede explicar por qué los niños, cuyos hipocampos están produciendo nuevas y nuevas neuronas, se olvidan de tanta información.
Puede parecer contrario a la intuición que el cerebro se dedique a gastar tanta energía en la creación de nuevas neuronas en detrimento de la memoria. Pero Richards, cuya investigación aplica teorías de Inteligencia Artificial (IA) a la comprensión del cerebro, señala que la interacción entre el recuerdo y el olvido en el cerebro humano nos permite tomar decisiones basadas en la memoria más inteligentes.
Lo hace de dos maneras. En primer lugar, el olvido nos permite adaptarnos a las nuevas situaciones mediante el abandono de información obsoleta y potencialmente engañosa que ya no puede ayudarnos a movernos por entornos cambiantes. «Si usted está tratando de navegar por el mundo y su cerebro está en constante cuidado de múltiples memorias en conflicto, hace que sea más difícil para usted poder tomar una decisión informada», dice Richards.
La segunda forma de olvido que facilita la toma de decisiones hace que generalicemos los eventos pasados a otros nuevos. En la inteligencia artificial este principio se llama regularización y funciona mediante la creación de modelos informáticos simples que dan prioridad a la información básica, pero eliminan los detalles específicos, lo que permite una aplicación más amplia.

Simple y práctico

Los recuerdos en el cerebro funcionan de una manera similar. Cuando recordamos sólo la esencia de un encuentro en comparación con todos los detalles, este olvido controlado de detalles insignificantes crea recuerdos simples que son más eficaces en la predicción de nuevas experiencias.
En última instancia, estos mecanismos son desencadenados por el ambiente en el que estamos. Un entorno en constante cambio puede requerir que recordemos menos. Por ejemplo, un cajero que se encuentran con mucha gente nueva todos los días sólo recordará los nombres de sus clientes durante un corto período de tiempo, mientras que un diseñador que se cite con sus clientes regularmente conservará esa información más tiempo.
«Una de las cosas que distingue a un entorno en el que va a querer recordar las cosas frente a un entorno en el que desea olvidarlas es cómo de consistente es ese ambiente y qué probabilidad hay de que esas cosas vuelvan a su vida», apunta Blake Richards.
Del mismo modo, las investigaciones muestran que los recuerdos episódicos de las cosas que nos suceden son olvidados con mayor rapidez que el conocimiento general al que accedemos a diario, apoyando el viejo dicho de que «si no lo usas, lo pierdes». Así que si usted de los que nunca se acuerdan de nada, no se fustigue sin necesidad, es posible que su cerebro sea especialmente selectivo.

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