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Mille Miglia, cómo es la carrera de autos más bella del mundo


Son más de 1.600 kilómetros de recorrido a bordo de espectaculares deportivos vintage (GT Spirit) Antes, una carrera. Hoy, una manifestación nostálgica del automovilismo histórico.

La Mille Miglia es una competencia gobernada por la melancolía. Resignó su carácter de enfrentamiento para permitirse el desfile de piezas únicas, reliquias de la industria automotriz.

Los 1.600 kilómetros que dividen Brescia-Roma-Brescia emulan la milla por la que circulaban hasta mediados del siglo pasado deportivos de época.

Hoy, en la celebración del 90 aniversario, su connotación es artística: el museo en movimiento que devela la carrera más bella del globo.
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Un cúmulo de 450 bólidos antiguos de 43 países y 84 marcas se pasean -ya no corren- por una competencia segmentada en cuatro etapas.

Desde Brescia hasta Padova, recorre el diámetro del lago de Garda y atraviesa las poblaciones históricas de Sirmione y Desenzano, Vernoa y Vicenza; de Padova hasta la capital italiana vía vía Ferrara, Rávena, San Marino, Urbino, Gubbia, Peruggia y Terni; con el deceso de cuarenta equipos, emprendieron retorno a Brescia por Parma, surcando los centros históricos de Ronciglioni, Viterbo, Radicofani, Siena y tras penetrar por Montecasino y el Passo dell'Abetone los Apeninos; los últimos 120 kilómetros que separan Parma de Brescia comprendieron la cuarta y final etapa.

Un Alfa Romeo llegó primero, aunque la victoria fuese solo anecdótico: la pareja Vesco-Guerini repitió el título sobre el 6C 1750 GS que condujo el mítico Tazio Nuvolari en la coronación de 1930.

Los modelos de Alfa Romeo son los más ganadores de la competencia automotriz más bella del mundo La Mille Miglia es un viaje en el tiempo.




El rally italiano mereció la denominación de "la carrera più bella del mondo", amén de prestigiosa y legendaria.

La carrera es el desfile de piezas de museo, cargado de hipnotismo y elegancia, escoltado por contrastes, historia, iconografía y júbilo, un escenario pintoresco que brota de las callecitas urbanas.

Los ojos se posan sobre maravillas eternas de Porsche, Jaguar, Aston Martin, Bugatti, Mercedes-Benz, Ferrari, Maserati, Bentley modelos vintage que gozan del deber de la memoria y la conservación.

La Mille Miglia es memoria viva, sentimentalismo, reminiscencias recuperadas en la gloria del tiempo.

Un Mercedes 300 SL Gullwing con sus distinguidas “alas de gaviota”, uno de los vehículos retros más icónicos de la historia (Petrolicious) De 1927 a 1957 fue una salvaje prueba de resistencia y trabajo en equipo.

Adquirió en el calendario automovilístico respetada repercusión mediante la participación de populares pilotos y escuderías.

En las 24 primeras ediciones, interrumpidas solo por la Segunda Guerra Mundial, ganó un aura mítica. Rivalizaba con las 24 Horas de Le Mans, la Targa Florio o la Carrera Panamericana: fue su propio éxito y su propia tragedia.

En 1957 el sentido de peligrosidad que la hacía especial, la castigó: dos pilotos y diez espectadores murieron en un salvaje accidente.

La competencia, automáticamente, se canceló.

Un modelo antiguo de Jaguar en las vísperas de iniciar una de las cuatro etapas del circuito En 1977 renació con otro espíritu.

A la carrera conmemorativa a 50 años del debut le siguieron tres ediciones celebradas cada dos años: de 1982 a 1986. Un año después el rally italiano de autos clásicos se consolidó como una competencia anual de participación restringida: sólo pueden inscribirse automóviles clásicos que hayan participado en ediciones de las primeras tres décadas de historia. No el número de chasis, sí el tipo de modelos.

En la última edición participaron 450 vehículos de 43 países y 84 marcas diferentes (GT Spirit) Las carreras contemporáneas no sólo revisten cambios en su filosofía, sino también en su extensión temporal. Antes se corría en medio día: era una verdadera prueba heroica, titánica.

Las teorías alegan que Juan Manuel Fangio daría alguno de sus cinco títulos de Fórmula 1 por experimentar la Mille Miglia de antaño.

La actual es romántica: cuatro jornadas con breves descansos nocturnos y una ideología jovial y contemplativa.

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