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EE.UU. advierte sobre el fentanilo, una droga tan potente que solo tocarla puede matarte

El mes pasado, un agente de la policía de Ohio se sacudió un fino polvo que había quedado adherido a su uniforme durante una redada antidroga. En pocos segundos se desplomó, y solo su rápido traslado al hospital le salvó de la muerte. La sustancia que había tocado se llama fentanilo.
No es la primera vez que sucede, ni será la última. El fentanilo es una sutancia cada vez más habitual entre los narcotraficantes. Las redadas en las que aparece ya son tan numerosas que la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA) ha emitido un comunicado pidiendo a los agentes de policía y al personal sanitario que extreme las medidas de seguridad cuando manipulen sustancias incautadas sin identificar.


La llegada del fentanilo a la calle es reciente, pero la sustancia es una vieja conocida en el mundo farmacéutico. Se trata de un opiode sintético ampliamente utilizado como analgésico y anestésico en pacientes que sufren de dolores agudos o crónicos. Obviamente, se administra en dosis muy bajas. Según datos del Centro de Control de Enfermedades (CDC), en su estado más puro, el fentanilo tiene una potencia 50 veces superior a la heroína pura, y 100 veces superior a la morfina.




Inspeccionando una sustancia sospechosa en el aeropuerto de Miami. Foto: Joe Raedle/Getty Images

Esta potencia es lo que ha llamado la atención de los narcotraficantes, que venden el fentanilo diluido como alternativa sintética a la heroína. Al igual que esta, causa estragos en el organismo y provoca una fuerte adicción y síndrome de abstinencia.
El problema es que la dosis necesaria para provocar efectos narcóticos como droga callejera está muy cerca de la dosis letal, y cualquier error a la hora de rebajarla puede provocar sobredosis y la muerte. Su uso se ha extendido particularmente por Estados Unidos y Canadá. La DEA calcula que ha podido provocar 59.000 casos de sobredosis en 2016 solo en Estados Unidos. La incidencia de estos casos ha aumentado un 20% respecto al año anterior. Es difícil establecer un número de muertes por fentanilo, pero según datos suministrados por la DEA, en 2015 las muertes por esta sustancia se elevaron a 8.511 personas.
El fentanilo y sus derivados se han convertido también en un quebradero de cabeza para los cuerpos de seguridad. La droga no tiene sabor ni olor característicos, pero sí una extraordinaria versatilidad para entrar en el organismo. Puede ser inhalada, ingerida, o entrar en el torrente sanguíneo a través de la piel y las mucosas, aunque esos casos son los menos habituales. El mayor problema para la policía se deriva de la inhalación. La sustancia pura es tan potente que basta respirar accidentalmente el equivalente a dos granitos de sal de mesa para sufrir una sobredosis potencialmente letal.



En caso de exposición accidental en cantidad suficiente, la droga provoca una crisis respiratoria que puede desembocar en un coma. Afortunadamente, tiene tratamiento. Su antídoto es un fármaco antagonista llamado naloxona. El policía de Ohio tuvo que recibir una dosis de esta sustancia cuatro veces superior a la recomendada para recuperarse de su encontronazo con la sustancia.




Imagen: Fentanyl Safety

La página del Gobierno de Canadá Fentanyl Safety recomienda a los servicios de emergencia y seguridad no manipular jamás sustancias ilícitas desconocidas con las manos desnudas. Como mínimo, hay que llevar unos guantes gruesos y mascara dotada de filtros o, mejor aún, con purificador de aire.
El CDC va incluso más lejos y recomienda a los operarios que manejen la sustancia pura llevar un traje anticontaminación CBRN (Chemical, Biological, Radiological, Nuclear) dotado de suministro de aire autónomo.




Pastillas de W-18 incautadas en Alberta. Foto: Cuerpo de policía de Alberta

El fentanilo ni siquiera es el opiode más potente que se conoce. En 1981, el profesor Edward Knaus, de la Universidad de Alberta, creó un compuesto llamado W-18. Es un opiode sintético 10.000 veces más potente que la morfina. Por desgracia, también es igual de adictivo, así que el proyecto se archivó como un experimento fallido.
En 2015, el W-18 apareció en formato de pastillas durante una redada de droga en Alberta, Canadá. Al parecer procede de China y se vende como droga recreativa. Su efecto en seres humanos nunca se ha documentado de manera científica, y de hecho muchos países ni siquiera lo han catalogado como sustancia ilegal.

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