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Cómo el escritor Victor Hugo ayudó a crear al Joker, el legendario enemigo de Batman

Victor Hugo ha sido uno de los escritores más influyentes de la historia. Entre el amplio número de obras maestras cuenta con Les Miserables, el Jorobado de Notre-Dame o Les Orientales. Lo que mucha gente no sabe es que Hugo también fue el artífice de ese personaje demente y fascinante de la cultura popular: Joker.
Hugo fue un escritor prolífico. Para que nos hagamos una idea, el conjunto de su extensa obra fue publicada por el editor y escritor Jean-Jacques Pauvert y representa casi cuarenta millones de caracteres reunidos en 53 volúmenes. Además, llevó a la práctica casi todos los géneros: novela, poesía, teatro, ensayo… todos ellos en la excelencia, con una pasión por la palabra, un sentido de lo épico y una imaginación fuera de lo común.
Ocurre que hablamos de uno de los grandes nombres intelectuales del siglo XIX, muy alejado de todo lo que tenga que ver con superhéroes y villanos de DC. Es más, que sepamos, el famoso Joker nace en la década de los 40 del siglo XX, con las primeras series independientes a Detective Comics de Batman. ¿Cómo demonios se enlaza la figura de Hugo con la del Joker?

El hombre que ríe











Portada de L´homme qui rit. Wikimedia Commons

En 1869 el autor francés publica L´homme qui rit (El que hombre que ríe), un drama escrito en prosa en una época donde Hugo destacaba como el líder del Romanticismo en Francia. Su sinopsis dice así:
El pequeño Gwynplaine, con la cara deformada, logra escapar y huir a través de un fantasmal paraje nevado lleno de ahorcados. Al pie de una de estas horcas encuentra a una joven muerta que porta en sus brazos el bebe de una niña y al cual rescata en la tempestad.
Con la niña en brazos llega hasta la caravana del cómico ambulante Ursus, misántropo que vive acompañado sólo de un lobo llamado Homo un viejo bonachón acoge a ambos, descubriendo que el bebé está ciego y advirtiendo la deformidad del pequeño que presenta la boca deformada dando la idea que siempre estaba riendo, le da cobijo y ambos crecen con él, que los trata como su benefactor y que los hace trabajar en las ferias.










Ilustración de L´homme qui rit. Wikimedia Commons

Victor Hugo escribe la obra durante su exilio en la isla de Guernesey, un lugar amado por el escritor, quién siempre dijo que admiraba la tranquilidad de sus habitantes y sus parajes. En el prefacio se explica que el libro formaría parte de una trilogía, de la que el libro sería el primero. Según el propio Hugo:
Hay dos tipos de drama: el drama que se puede representar, y el drama que no se puede representar. Este último participa de la epopeya. A los personajes humanos mezcla, como la naturaleza misma, otros personajes: las fuerzas, los elementos, lo infinito, lo desconocido. Siendo más grande, es más libre. Si se pregunta al autor de este libro por qué ha escrito “El hombre que ríe”, responderá que, como filósofo, ha querido afirmar el alma y la conciencia; como historiador, ha querido revelar hechos monárquicos poco conocidos e informar la democracia, y que, como poeta, ha querido escribir un drama. En la intención del autor, este libro es un drama. El Drama del Alma”
Como veíamos en la sinopsis, el libro es una historia triste sobre un huérfano en el siglo XVII. El protagonista, Gwynplaine, tiene un parentesco secreto, el joven fue desfigurado cuando era un niño, resultando en un rictus permanente que le hacía parecer que estaba riendo perpetuamente. 

Del hombre que ríe al Joker







Lo cierto es que la obra fue poco apreciada en su época, y eso que Hugo la consideraba una de las mejores que había escrito. En cualquier caso, eso no impidió que, como en muchos de sus escritos, surgieran adaptaciones años más tarde. En 1921 se estrenaba una versión en película, el film austríaco Das grinsende Gesicht.
En 1928 se estrena la adaptación en blanco y negro al cine mudo, en este caso, dirigida por el cineasta expresionista alemán, Paul Leni, y protagonizada por Conrad Veidt como Gwynplaine. La película contaba con la siguiente sinopsis:
Finales del siglo XVII. Un noble orgulloso se niega a besar la mano del despótico rey Jacobo II de Inglaterra, quien ordena a su bufón Barkilphedro deshacerse de él, por lo que será cruelmente ejecutado y su hijo quirúrgicamente desfigurado.
El film es bastante oscuro y convierte la trágica historia de Hugo de amor y política en algo parecido a una película de terror. Por supuesto, nadie en la película destaca más que el personaje de Gwynplaine, interpretado por Conrad Veidt.
El actor retrató a Gwynplaine con una sonrisa permanente distendida que no se parecía tanto a una deformidad, incluso en las escenas en las que simplemente estaba triste. Esto es especialmente cierto en la siguiente escena en la que el personaje principal revela su rictus a una multitud adoradora y la cámara simplemente se centra en los primeros planos de la expresión exagerada de Veidt.
La película no fue ninguna obra maestra, pero iba a ser recordada para siempre por otro detalle. En 1940, aparecen en escena los creadores de cómics Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson, quienes estaban buscando historias nuevas ahora que el personaje de Batman iba a “volar” fuera de Detective Comics.
Bajo el guión de Finger y las artes de Kane y Robinson, aparece el primer número de Batman. Los artistas presentan un quinteto de historias, dos de ellas centradas en un siniestro villano que jamás había aparecido antes: el Joker (junto a Catwoman, todo hay que decirlo).










Primera aparición del Joker. W.C.

Aquella representación del asesino de piel blanca y cabello verde era inquietante incluso en su primera aparición. Pero lo más importante de toda la historia era que su nacimiento se debía a la mirada de Conrad Veidt en El hombre que ríe. Aunque era evidente viendo las imágenes, Kane y Robinson lo confirmaban en una entrevista de 1994:
Bill Finger y yo creamos el Joker. Bill era el escritor. Jerry Robinson vino a mí con una carta de juego del Joker. Y yo le dije, “se parece a Conrad Veidt ... ya sabes, el actor de “El hombre que ríe” ... Finger tenía un libro con una fotografía de Conrad Veidt, me la mostró y dijo: “Así es, aquí tenemos al Joker”.
Luego llegó la maravillosa interpretación de Jack Nicholson, la prodigiosa de Heath Ledger… y la última de Jared Leto. Sea como fuere, sin la majestuosa inventiva del gran Victor Hugo, jamás hubiésemos tenido a uno de los villanos más carismáticos de la historia de los tebeos.

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