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Este grupo de monos salvajes ha aprendido a robar y extorsionar a los turistas a cambio de comida

El templo de Uluwatu, en Bali, recibe miles de turistas, pero visitarlo tiene sus riesgos. Hay una banda de malhechores que acecha a los turistas para robarles todo tipo de objetos y pedir rescate por ellos. Los malhechores son macacos de cola larga, y su comportamiento tiene fascinados a los científicos.
La presencia de la banda de monos asaltantes es algo ya tan habitual en este monumento del siglo XI que hasta lo advierten en las guías de viajes. Los pequeños delincuentes acechan a los turistas y se llevan lo que pueden: gafas de sol, sombreros, cámaras de fotos o teléfonos móviles. Cuando logran asaltar a un turista permanecen cerca con actitud desafiante, y solo ceden el objeto a cambio de algo realmente apetitoso.
Para más inri, los monos no aceptan cualquier cosa como rescate, y arrojan con desdén los objetos que no les interesan hasta que llegan a una transacción satisfactoria. Se les ha visto rechazar un plátano y no soltar su rehén hasta que reciben, por ejemplo, una chocolatina.
La capacidad de los monos para entender un concepto tan sutil como la extorsión resulta muy sorprendente. El primatólogo Frans de Waal ya descubrió que los monos capuchinos tienen un fuerte sentido de lo que es equitativo y lo que no lo es, y se enfadan cuando se les trata de engañar con objetos de poco valor, pero una cosa es eso y otra cosa que un grupo de monos salvajes descubran por sí mismos el robo y la extorsión como forma de subsistencia.
Para investigar la cuestión, un grupo de investigadores ha pasado meses estudiando a los macacos de Uluwatu, grabando su comportamiento, registrando más de 200 robos e identificando a los sujetos que recurren a la delincuencia.
Los resultados del estudio son sorprendentes. Los monos no solo enseñan a robar a sus crías, sino que mejoran su técnica con el paso del tiempo. El latrocinio se ha convertido en algo habitual que ya abarca varias generaciones de estos animales. Otro detalle interesante es que el comportamiento es más habitual en monos machos. Lo paradójico es que hay muchas otras poblaciones de monos de la misma especie en Bali que viven en zonas muy frecuentadas por turistas y ninguna ha desarrollado este tipo de conducta.
Las investigaciones al respecto continúan y podrían servir para conocer con más precisión el comportamiento social de este y otros grupos de simios. Mientras tanto, los científicos constatan que los macacos han extendido su actividad criminal a los propios miembros de la expedición, a los que tratar de robar bolígrafos, documentación o sombreros.

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