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Las embarazadas que fuman aumentan el riesgo de autismo de sus futuras nietas


Las niñas cuyas abuelas maternas fumaron durante el embarazo tienen un riesgo hasta un 53% superior de ser diagnosticadas de un TEA


Cada vez hay más evidencias de que nuestros hábitos de vida, muy especialmente de aquellos nocivos, tienen efectos que pueden trascender nuestra propia salud. Es el caso, por ejemplo y sobre todo, de las mujeres embarazadas, que en caso de fumar condicionan, y mucho, la salud de su futuro hijo. Pero aún hay más. Este perjuicio del tabaco durante la gestación puede incluso llegar hasta los nietos. Y es que como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bristol (Reino Unido), las niñas nacidas de madres cuyas progenitoras –o lo que es lo mismo, las abuelas– fumaron durante su gestación tienen un riesgo muy, pero que muy superior de padecer un trastorno del espectro autista (TEA).
Como explica Jean Golding, directora de esta investigación publicada en la revista «Scientific Reports», «es bien sabido que proteger a un bebé del humo del tabaco es una de las mejores cosas que puede hacer una mujer para ofrecer a su hijo un buen estado de salud en el comienzo de su vida. Y ahora, nuestros resultados muestran que el no fumar durante el embarazo también ofrece a sus futuros nietos un mejor comienzo».



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Más allá de los hijos

Los TEA, caso entre otros del autismo y del síndrome de Asperger, son un conjunto de trastornos del neurodesarrollo que aparecen en la infancia y se caracterizan, entre otros síntomas y signos, por un déficit en la comunicación, dificultades para la correcta integración social, una dependencia exagerada de las rutinas, y una gran intolerancia ante los cambios o a la frustración. Unos trastornos cuya incidencia, estimada a día de hoy en un caso por cada 100 nacimientos, ha aumentado significativamente en los últimos años. Pero este incremento, ¿no se explicaría por las mejoras alcanzadas en el diagnóstico de estos trastornos? Pues, en parte, sí. Pero en opinión de los expertos, deben haberse producido algunos cambios en los estilos de vida que, igualmente, justifiquen este mayor número de casos de TEA.
En este contexto, en los últimos años se han desarrollado distintos estudios para evaluar una posible asociación entre el tabaquismo durante el embarazo y un mayor riesgo de TEA de los hijos. Unas investigaciones que, sin embargo, han arrojado resultados poco concluyentes. Es decir, no puede aseverarse que las gestantes fumadoras condenen a sus futuros hijos a un mayor riesgo de autismo. Entonces, ¿no hay relación entre la exposición fetal al tabaco y estos trastornos? Pues para responder a esta pregunta, los autores del nuevo estudio se han fijado en la generación anterior –o lo que es lo mismo, en las abuelas.
Proteger a un bebé del humo del tabaco es una de las mejores cosas que puede hacer una madre para ofrecer a su hijo una buena salud desde el comienzo de su vidaJean Golding
Los autores analizaron los historiales médicos de 14.500 niños británicos y se fijaron expresamente en la ausencia o presencia de tabaquismo durante la gestación de sus progenitores, tanto padres como madres. Y de acuerdo con los resultados, las niñas cuyas abuelas maternas fumaron en el embarazo tenían un riesgo hasta un 67% mayor de desarrollar algunas características típicas del autismo, caso de déficits en la comunicación y una dependencia exagerada de las rutinas. Es más; las hijas de madres expuestas al tabaco durante su desarrollo fetal también tuvieron una probabilidad un 53% superior de ser diagnosticadas de un TEA. Una herencia que, sin embargo, no se observó en el caso de los nietos varones.
Pero, este perjuicio del hábito tabáquico de las abuelas sobre sus nietas, ¿cómo se explica? Pues según indica Marcus Pembrey, co-autor de la investigación, «por lo que respecta al mecanismo, existen dos posibilidades: la transmisión de un daño en el ADN hasta la segunda generación o una respuesta adaptativa al humo del tabaco que provoca que las nietas sean más vulnerables a los TEA. La verdad es que no tenemos una explicación para esta diferencia de sexo entre las nietas y los nietos. Pero nuestros estudios previos ya habían mostrado que el tabaquismo de las abuelas se asocia con diferentes patrones de crecimiento en las nietas y nietos».
Y a ello se aúna, como continúa Marcus Pembrey, «de forma más específica, sabemos que el tabaco daña el ADN mitocondrial, y que las mitocondrias se transmiten a la siguiente generación únicamente a través del óvulo de la madre. Así, las mutaciones iniciales en las mitocondrias podrían no tener un efecto sobre las propias madres, pero su impacto podría ser mayor cuando fueran finalmente transmitidas a las nietas».

Óvulos alterados

En definitiva, los nuevos hallazgos sugieren que cuando una mujer es expuesta al humo del cigarrillo cuando todavía se encuentra en el útero, esta exposición podría afectar a sus óvulos en desarrollo –provocando cambios que, a la larga, podrían afectar al desarrollo de sus propios hijos.
Como concluye Dheeraj Rai, co-autor de la investigación, «todavía desconocemos por qué un gran número de niños desarrollan autismo y sus comportamientos asociados. Las asociaciones observadas en nuestro trabajo plantean problemas intrigantes sobre posibles influencias transgeneracionales en el autismo. Necesitamos más estudios para ayudarnos a comprender los significados y mecanismos que se encuentran detrás de estos resultados».



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