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Ejercitarse en el embarazo, ¿sí o no?




REDACCIÓN INTERNACIONAL.- ¿Cuántas veces has visto publicaciones de famosas que a pesar de estar embarazadas, no dejan de hacer ejercicios de cardio o pilates aunque la recomendación es evitarlo?
En las famosas no parece complicado ni peligroso seguir con sus rutinas de ejercicio hasta que casi dan a luz, pero para la mayoría de las mujeres esto sí puede ser dañino, ¿por qué?
La respuesta la tiene el doctor Ángel Gutiérrez Sainz, profesor del departamento de Fisiología de la Universidad de Granada, quien afirma que las famosas parecen curtidas de antes, es decir, siempre han hecho deporte, lo que les aporta muchos beneficios en la etapa de gestación.
“Mantener una actividad física intensa durante el embarazo tiene muchos efectos sobre la salud del feto y de la madre, y todos positivos. Cualquier ejercicio que mejore la capacidad aeróbica, el tono muscular y la fuerza es recomendable durante el periodo de gestación”, dice.
En cambios, las mujeres que nunca han hecho deporte tienen menor resistencia física. En ellas, lo recomendable es ejercitarse después de dar a luz.
Daños en la salud emocional
Mireia Cabero, profesora de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya, indica que no es recomendable imitar a las celebridades que comparten sus rutinas durante el embarazo, ya que no sólo se puede dañar la salud física, sino también la emocional.
“Cuando las decisiones propias vitales se ven sometidas a las sugerencias de la persona admirada, estaríamos ante los síntomas que revelarían una conducta preocupante”, menciona.
Asimismo, resalta que las famosas tienen como prioridad rendir culto al cuerpo, además de que “tienen tendencia al perfeccionismo y la inflexibilidad, y en su interior puede más la pasión que la razón”.
¿Cómo ejercitarse?
El ejercicio durante el embarazo es recomendado, aunque se debe saber cómo hacerlo.
Un estudio de la Universidad de Gotemburgo (Suecia), señala que tras analizar a 80 mujeres entre las semanas 14 y 25 de su embarazo, que realizaban ejercicios de resistencia, se encontró que no se tenían impactos negativos en el desarrollo del feto, ni dolor o alteraciones de la presión sanguínea.
Otro estudio publicado en 2013, afirma que las mujeres que realizan ejercicios intensos tienen bebés que pesan más, aunque también se previene la macrosomia (un peso excesivo). Si se realiza a baja intensidad, se reduce el riesgo de diabetes gestacional.
“Una rutina de ejercicios moderada aumenta positivamente el peso del bebé al nacer, pero solo si el ejercicio se reduce durante la fase final del embarazo”, indica la pediatra Tiffany Field, de la Universidad de Miami (EE UU).
Las mejores rutinas
La especialista indica que los ejercicios de baja intensidad como el aérobic acuático, es uno de los más recomendados porque alivia el dolor lumbar.
“Quienes practican yoga tienen la tensión y el ritmo cardíaco más bajos que quienes caminan”, menciona.
Por su parte, el profesor Gutiérrez indica que el running es otro ejercicio adecuado que incluso se puede seguir haciendo hasta las últimas seis o cuatro semanas de embarazo, pero sólo si ya se ha practicado desde antes.
“Una corredora experimentada ya ha realizado los ajustes musculares necesarios en el abdomen y suelo pélvico para mantener protegido al bebé”, menciona.
Cuando una embarazada no ha sido corredora, cada zancada provocará que la cabeza del bebé impacte en el “anillo óseo pélvico de la gestante, ya que el feto está encajado en una estructura rígida y no disfruta de la hamaca natural que conforma el abdomen de los animales a cuatro patas y que le acuna durante todo el período de gestación”.
Esto no quiere decir que deba estar acostada en cama, sino que debe hacer otros tipos de ejercicios.
“Si no está acostumbrada a correr, bastaría con practicar marcha rápida, ejercicios de fuerza o ejercicios aeróbicos como nadar, ir en bicicleta o elíptica, sustituyéndola después por la bici estática hasta la semana 36, y, a partir del segundo trimestre, la práctica del yoga y el tai-chi-chuan“, sugiere.
Los que sí se deben evitar son los que impliquen riesgo de caídas, deportes de aventura, de combate, esquí náutico o alpino, jockey, rugby y submarinismo.
“Todas aquellas actividades de riesgo por los traumatismos, más que por razones de tipo fisiológico”, concluye.

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